El amoníaco, que se compone de nitrógeno e hidrógeno, se usa comúnmente como fertilizante. A principios de la década de 1910, los científicos idearon una forma de sintetizarlo, pero antes el principal fertilizante agrícola era el guano, los excrementos de murciélagos o pájaros, que había que conseguir en islas tropicales y eran escasos.