El conflicto poselectoral en Venezuela exhibe la redición de antiguos esquemas de presión, desestabilización y ataques directos a la soberanía nacional del país sudamericano por la diplomacia de guerra de Washington. Así, mientras por un lado el Departamento de Estado ejerce una creciente presión diplomática sobre el eje conformado por Brasil, Colombia y México para llevarlos a su terreno y debilitar su posición como interlocutores y mediadores regionales autónomos, por otro,