Habrá una solicitud formal en el G-20. Este año, el sudamericano será el segundo productor mundial.
TNS LATAM
  
A cientos de kilómetros de profundidad en los oceanos de Brasil hay una gruesa capa de sal. Debajo, el área conocida como presal, están ubicadas las reservas más grandes de petróleo offshore del mundo. Ese crudo está a siete kilómetros de profundidad bajo el lecho marino y esto ha obligado al país, y a la industria, a desplegar nueva tecnología.
 
Gracias a la producción lograda en las áreas del presal, Brasil logró el milagro y se convirtió en uno de los mayores países petroleros del planeta.
 
Brasil quiere discutir en julio su ingreso a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En el cartel todavía corren algunas dudas, en especial sobre si el país que preside Jair Bolsonaro contrinbuirá a los recortes de producción para sostener los precios del barril.
 
“Arabia Saudita ostenta la presidencia del G-20. Estaré allí en julio, entonces podremos comenzar las discusiones. Tenemos que comenzar la discusión sobre la asociación con la OPEP”, señaló al respecto el ministro de Energía brasileño, Bento Albuquerque.
 
El gran salto brasileño se dio en 2008 cuando Petrobras empezó a extraer presal en Baleia Franca, frente a la costa del estado de Espíritu Santo. Comenzaba así la producción del petróleo en aguas muy profundas.
 
En 2010, un megayacimiento fue descubierto: Libra. Las reservas se calculan en alrededor de 8000 y 12.000 millones de barriles de crudo y se ubica, así, en el top 10 de zonas petrolíferas del mundo. El 19 de junio de 2019, el offshore de Brasil batió un récord al llegar a producir 1.420 millones de barriles del presal, con un promedio diario de 1.250 millones.
 
En noviembre del año pasado, la producción de crudo de Brasil alcanzó otro significativo récord: tres millones de barriles por día,ineditamente en la historia, según la Agencia Nacional del Petróleo (ANP).
 
A fines del año pasado, Brasil inició las licitaciónes de áreas presal. La pretensión es alcanzar una recaudación superior a los 28.500 millones de dólares. Es la mayor subasta petrolera de la historia de ese país y ya va por la séptima ronda.
 
La expectativa de que Brasil se convierta en una potencia petrolera fue uno de los factores por los que Arabia Saudita le ofreció a Brasil ser miembro de la OPEP. Entre los socios temen que el país no cumpla con los recortes de producción acordados.
 
Sin embargo, el gigante sudamericano tiene problemas de suministro de gas. Y por eso mira a su socio geoestratégico: Argentina y sus reservas de shale gas en Vaca Muerta. El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, señaló: “Vamos a intentar conectarnos con Vaca Muerta”.
 
Las exportaciones a Brasil desde Neuquén se habilitaron con carácter interrumpible en 2018. Esta es una nueva chance de afianzar ese vínculo con cuotas mayores que permitan canalizar el gas de Vaca Muerta.
 
OPEP sabe que Brasil será el segundo mayor contribuyente al crecimiento de la oferta de crudo por fuera del cartel en 2020. Brasil con el presal y EE.UU. con el shale afectan las políticas de recortes. Así ocurre con Guyana y su explosión de producción.
 
“También aumentaremos nuestra exploración de petróleo y gas. Continuaremos con nuestras subastas y tenemos planeadas tres para 2020”, señaló Albuquerque. Brasil está cómodo con un precio del crudo Brent en torno a los 64 dólares por barril.