Los gigantes tecnológicos han transformado el poder corporativo, mientras ganan peso los mercados en ‘la sombra’ y nuevas formas de inversión. Son los datos, y no el petróleo, el recurso más valioso.
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Imagine una compañía con la influencia de Google, Facebook o Amazon que además tiene garantizado por el Estado el monopolio del comercio con una zona geográfica. También puede cobrar impuestos, firmar acuerdos comerciales, encarcelar a delincuentes y declarar guerras. Estos eran algunos de los poderes y atribuciones de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, fundada en el siglo XV por unos empresarios con el apoyo del Gobierno de los Países Bajos para comerciar con Asia. Fue la primera corporación trasnacional que emitió bonos y acciones en el mercado para financiar su crecimiento, un notorio precedente que siglos después llegó hasta las multinacionales modernas. Los nuevos gigantes empresariales no cuentan con los excepcionales privilegios de la histórica compañía holandesa, pero su valor bursátil e ingresos llegan a superar el PIB de decenas de países.

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