La apertura de la primera fábrica de robots en Europa reaviva el debate sobre la pérdida de empleos humanos y la obligación de los autómatas de pagar impuestos.
ELPAIS.COM

Andrej tiene algunos achaques. Le duele aquí y allá después de haber trabajado durante cuatro décadas en una fábrica de estaño para soldaduras. A sus 60 años está cerca de la jubilación. El futuro se antoja una pradera de mañanas sin madrugones y tardes de cerveza con los amigos de toda la vida. Le preocupa, sin embargo, lo que le espera a los que hereden su empleo y tengan que competir con una mano de obra que trabaja 24 horas al día, siete días a la semana. Sin espíritu reivindicativo de ningún tipo. Esa fuerza laboral, para colmo, se va a fabricar en su propio pueblo.

Lea la noticia>