Carreteras y aeropuertos cerrados, comunicaciones cortadas, problemas de suministro. La gigantesca tormenta causa inmensos daños en la península. EL PAÍS lo cuenta desde el lugar de los hechos.
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Florida vivió el día después sin dejar de pensar en el pasado. Al tiempo que el huracán Irma perdía su esencia destructiva y se diluía en una tormenta tropical, emergió el inmenso daño causado a su paso por la península. Siete millones de usuarios sin luz (33% población), fallos generales en la conexión telefónica, los principales aeropuertos cerrados, carreteras cortadas, amplias zonas marítimas inundadas, problemas de suministro de gasolina y daños por valor de hasta 50.000 millones de dólares. Un escenario grave que sacó a la luz la debilidad de las infraestructuras de EEUU, pero también su enorme capacidad para reconstruirse y salir adelante.

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