Un alza sostenida del precio del petróleo impulsada por el acuerdo de reducción de la producción anunciado el miércoles por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría aliviar a los miembros más pobres del cartel, pero no revertirá las dramáticas pérdidas económicas que dos años de caída del precio del crudo han causado a países como Venezuela y Ecuador.
Fuente: El Telégrafo‎‎
   
Países como Angola y Nigeria, otros de los miembros más pobres de la OPEP, están desesperados por conseguir los mayores ingresos y el crecimiento económico que el aumento de los precios del petróleo podría traer. El desplome de sus ingresos ha cobrado un alto precio en términos de sacrificio humano, con escasez de alimentos en Nigeria y disturbios políticos en Venezuela.
 
Durante los últimos dos años, estos países estuvieron entre los más explícitos impulsores del recorte de producción de la OPEP, y el ministro de Petróleo venezolano realizó viajes a Argel, Moscú y Viena en las 48 horas antes de que el pacto fuera alcanzado el miércoles. Sin embargo, aun sacrificando parte de la producción, la recompensa política interna de un alza de los precios será importante.
 
“Necesitan el acuerdo”, dice Skip York, vicepresidente de energía integrada del equipo de investigación de América de Wood Mackenzie, en referencia a los países pobres de la OPEP.
 
Los precios del petróleo subieron el lunes. El crudo Brent, el contrato de referencia internacional, ganó 0,01%, a US$54,94, en el ICE Futures Europe en Londres. Las cotizaciones del crudo han trepado casi 15% desde el acuerdo del miércoles, y J.P. Morgan Chase y otros analistas de la industria petrolera dicen que los recortes, si se llevan a cabo, podrían mantener los precios entre US$55 y US$60 el barril, el nivel al que los miembros del organismo dicen estar apuntando.
 
En Angola, un alza a US$55 por barril aumentaría los ingresos del gobierno en 9% en 2017, mientras que un barril de US$50 los elevaría en 4%, según analistas de Eaglestone Securities. Este año, los precios llegaron a caer a US$28 el barril y se mantuvieron a menos de US$50 durante largos períodos.
 
No obstante, incluso si el alza se consolida, los ingresos públicos de esos países se mantendrán lejos de los niveles observados en 2012 y 2013, cuando el crudo Brent promedió más de US$100 el barril. Angola, Nigeria y Venezuela no tienen los bolsillos profundos que ayudaron a otros países de la OPEP, como Arabia Saudita, a moderar las turbulencias del mercado.
 
Los precios más altos, sin embargo, no necesariamente comprarán un renacimiento económico para los miembros más ricos de la OPEP. La voluntad de Arabia Saudita de comprometerse a reducir la producción se debe en parte a su objetivo de diversificar la economía más allá del petróleo.
 
Los recientes aumentos de los precios podrían no ser suficientes para cambiar la suerte económica de los miembros más pobres de la OPEP o para ayudarles a pagar sus enormes deudas, dice James McCormack, director global de riesgo soberano en Fitch Ratings Inc.
 
Las acciones de la OPEP “ciertamente no resuelven completamente las tensiones que la mayoría de los mercados emergentes están experimentando”, manifiesta McCormack.
 
Los recortes de la producción de petróleo, incluso los más pequeños, duelen a los países cuando el precio sube, señala Geoffrey Heal, profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Columbia y ex asesor de la OPEP durante los años 90.
 
Angola acordó reducir 78.000 barriles diarios, mientras que Venezuela recortará 95.000 barriles diarios, entre 4,5% y 5% de lo que bombean. Nigeria fue eximido de cualquier obligación de cortar debido a que una rebelión en el delta del Níger causó trastornos en su producción. También hubo cortes modestos para productores como Ecuador (26.000 barriles diarios), Gabón (9.000 barriles diarios) y Argelia (50.000 barriles diarios).
 
El ministro de Petróleo nigeriano, Emmanuel Ibe Kachikwu, se apresuró a expresar su apoyo al acuerdo, diciendo que estaba satisfecho de que la disminución de la producción será “lo suficientemente grande”.
 
El país se ha vuelto cada vez más desesperado por un alivio en los precios. Con 187 millones de habitantes y billones de dólares en petróleo crudo sin explotar, Nigeria iba a ser supuestamente el motor de África. En lugar de ello, se ha convertido en símbolo de la rapidez con la que una caída de los precios del petróleo puede arrastrar a algunos mercados emergentes.
 
Más de un año de disminución de los ingresos petroleros han empujado a la que otrora fue la mayor economía de África a una profunda recesión. Los consumidores nigerianos hacen largas colas para comprar gasolina, a los supermercados les cuesta mantener las estanterías llenas y los nuevos centros comerciales que fueron construidos cuando los precios eran más altos están vacíos.
 
Hay escasez de dólares ya que el gobierno ha acaparado divisas para salvaguardar las cada vez más reducidas reservas, ahogando así a la actividad empresarial, especialmente la de los importadores.
 
En el otro gran exportador de petróleo de África, Angola, la caída del precio del petróleo ha golpeado el presupuesto, impulsando la deuda, que el FMI prevé que este año supere 70% del PIB.
 
La falta de financiación socavó la capacidad del gobierno para combatir el peor brote de fiebre amarilla en años, que, según la Organización Mundial de la Salud, causó casi 400 muertes.
 
En Venezuela, un alza de los precios del petróleo hará poco para aliviar el sufrimiento de las personas que se enfrentan a una escasez crónica de alimentos y medicinas. La tasa de inflación anual podría llegar a entre 530% y 2000% para 2017, dice el economista venezolano Ángel García Banchs.
 
En su opinión, los controles cambiarios del gobierno son los principales impulsores de la inflación, mientras que McCormack, de Fitch, dice que años de endeudamiento y gasto agravaron los problemas del colapso del precio del petróleo, que comenzó en 2014. “Las cosas van a continuar como están, con la gente sumida en el hambre y la depresión, a menos que haya un cambio político”, indica García Banchs.