El Informe Perspectivas Energéticas Mundiales 2025 (WEO 2025), publicado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), revela un panorama energético global complejo y paradójico, en el que el consumo de combustibles fósiles alcanza niveles récord, mientras que las energías renovables continúan su expansión.
Este escenario refleja presiones geopolíticas, limitaciones en el suministro energético y una recuperación económica desigual, lo que dificulta aún más la tarea de garantizar un futuro energético sostenible y asequible para todos. Uno de los puntos centrales del WEO 2025 es lo que la AIE describe como una "doble realidad".

En 2024, el consumo de carbón, petróleo y gas alcanzó cifras históricas, mientras que las instalaciones de energías renovables batieron récords, especialmente en energía solar y eólica. La AIE advierte, sin embargo, que a pesar del crecimiento de las energías renovables, las políticas globales actuales no son suficientes para cumplir los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París.

La demanda de energía continúa creciendo, impulsada principalmente por mercados emergentes como India, el Sudeste Asiático y África. La electrificación, especialmente en los sectores industrial y residencial, se está expandiendo rápidamente, convirtiendo la electricidad en una necesidad fundamental para el desarrollo de estas regiones.

Sin embargo, este aumento de la demanda no se acompaña de una aceleración equivalente en el suministro de fuentes de energía renovables, lo que lleva a una dependencia continua de los combustibles fósiles, especialmente el carbón, que ha desempeñado un papel fundamental en muchas economías. La demanda mundial de carbón sigue siendo un tema de controversia y de relevancia estratégica. Con una meseta establecida hasta 2029, según el WEO 2025, se espera que la demanda de carbón disminuya aproximadamente un 20 % para 2035, impulsada por una reducción en su uso en el sector energético, principalmente en los países desarrollados.

Sin embargo, el carbón sigue siendo esencial en industrias como la siderurgia, el aluminio, la química y la fabricación de cemento, sectores en los que el uso de este mineral sigue siendo resistente, dada la falta de alternativas viables a gran escala. El informe señala que no se espera que la demanda de carbón disminuya de manera uniforme en todo el mundo. China, el mayor consumidor, experimentará una reducción del 25% en su demanda para 2035. Por otro lado, se espera que economías como la India y el Sudeste Asiático experimenten aumentos de la demanda que oscilan entre el 10% y el 35%.

La dependencia de estos países del carbón para satisfacer la creciente demanda de electricidad y el desarrollo industrial refleja su realidad socioeconómica, en la que las energías renovables aún no pueden garantizar la seguridad y la accesibilidad necesarias. Otro tema importante del WEO 2025 es la desigualdad en la inversión energética entre las economías avanzadas y las economías en desarrollo.

Si bien las economías más ricas tienen acceso a capital de menor costo y tecnologías avanzadas, los países en desarrollo enfrentan importantes barreras para implementar proyectos de energía limpia, una de las cuales es el alto costo de la financiación. La AIE sugiere que una mayor participación del capital privado y el fortalecimiento de las instituciones financieras pueden ayudar a reducir esta brecha, pero la falta de inversión en infraestructura energética sigue siendo un obstáculo importante para la transición energética.

La AIE propone una vía hacia el acceso universal a la electricidad para 2035, centrándose en aumentar el uso de fuentes de energía limpia. Sin embargo, la falta de infraestructura adecuada y el alto costo de las tecnologías renovables siguen siendo desafíos para alcanzar estos objetivos en muchas regiones, especialmente en África subsahariana y partes de Asia.

Nuestra perspectiva sobre las conclusiones del WEO 2025 es clara: la AIE, que siempre ha subestimado el papel del carbón en el sistema energético mundial, continúa haciéndolo en este informe. Si bien el WEO 2025 presenta un pronóstico de disminución del uso de combustibles fósiles, los datos reales de consumo energético, como los registrados en 2024, indican que el mundo aún depende en gran medida del carbón, el petróleo y el gas.

El carbón alcanzó su pico máximo de producción y consumo en 2024. Entendemos que la AIE, al promover una transición energética abrupta hacia fuentes renovables, ignora las realidades económicas y tecnológicas de los países en desarrollo, donde la electrificación y el crecimiento industrial aún dependen de fuentes de energía confiables y accesibles como el carbón.

Entendemos que los escenarios propuestos por la AIE, si bien bien intencionados, se basan en escenarios aspiracionales y no en pronósticos realistas. La transición energética no puede ser unidimensional, ignorando la importancia del carbón, que sigue siendo fundamental para garantizar la seguridad energética y el crecimiento económico en diversas regiones del mundo.

Nuestro enfoque se centra en la Gestión Sostenible del Carbón, buscando optimizar su uso mediante tecnologías más eficientes y la captura de carbono. En lugar de eliminar el recurso por completo, ABCS entiende que la innovación será la clave para abordar el problema energético.

El WEO 2025 deja claro que el mundo se enfrenta a un desafío energético global sin precedentes. Si bien las energías renovables son fundamentales para la transición energética, no son una solución mágica para todas las regiones y contextos. La dependencia de los combustibles fósiles, especialmente el carbón, sigue siendo una realidad, sobre todo para los países en desarrollo que aún carecen de acceso a una infraestructura energética fiable y asequible.

Entendemos que la respuesta no reside en abandonar el carbón, sino en refinarlo y gestionarlo de forma más sostenible, mediante tecnologías más limpias y eficientes, como la captura y almacenamiento de carbono (CCUS). Esto permitirá a las economías en desarrollo, incluido Brasil, satisfacer su creciente demanda energética y, al mismo tiempo, avanzar en la lucha contra el cambio climático.

La transición energética debe ser inclusiva, considerando las necesidades energéticas y económicas de todos los países, sin excluir soluciones viables que puedan contribuir a un futuro más sostenible y justo.

Fuente: AXES