Opinión
Considerado como una potencia en energías renovables, Brasil ha ganado protagonismo en la transición energética, mientras que en los últimos años ha contribuido a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Si bien aún queda un largo camino por recorrer, el país tiene potencial para consolidarse como líder mundial en este sector, precisamente porque cuenta con una matriz energética diversificada y mayoritariamente renovable.
Brasil hizo sus deberes a mediados del siglo pasado y también cuenta con abundantes recursos naturales, que le proporcionan materias primas renovables. Esto convierte al país en una potencia exportadora de energía en el escenario mundial. De hecho, la madura cadena energética brasileña contribuye a la producción y exportación de hidrógeno verde, lo que hace que el mercado sea más estratégico y competitivo.
Sin embargo, nuestra actual matriz limpia y diversificada permite un rol restringido a la matriz energética. Después de todo, todavía tenemos que avanzar hacia el mercado libre de energía (MLE), tal como ya lo han hecho los países y estados avanzados de Estados Unidos. Exigiendo innovación tecnológica y, sobre todo, modernización de sus infraestructuras, Brasil tiene numerosos desafíos en materia de eficiencia energética.
Hoy, la diversificación, con la inclusión de nuevas fuentes y tecnologías como la microgeneración distribuida, puede transformar al país en un líder mundial en sostenibilidad. Es crucial que Brasil avance e impulse la expansión del mercado libre de energía, para garantizar un desarrollo económico, social y ambiental equilibrado.
Más que una visión holística, el sector energético brasileño exige innovación en la relación del consumo de energía. Es decir, tanto el país como el consumidor deben tomar el liderazgo en la cadena. Si puedo elegir mi operador de telecomunicaciones, si puedo combinar los mejores hoteles y posadas para un viaje nacional o internacional, ¿por qué no puedo determinar mi proveedor de energía?
En este sentido, Brasil exige la famosa desintermediación que ofrecen aplicaciones como Airbnb, Booking, Hotéis.com, entre muchas otras. Este proceso trae lo que los americanos llaman XaaS o todo como servicio, permitiendo así que la sociedad tenga autonomía a la hora de elegir su vivienda, alojamiento, operador telefónico, etc.
Utilizando el modelo de energía como servicio, por ejemplo, los brasileños pagan por un servicio energético sin tener que hacer una inversión inicial en equipamiento, instalación, mantenimiento o infraestructura. Es decir, el ciudadano contrata un plan de suscripción posibilitado por empresas del sector y, a cambio de pagos recurrentes, recibe servicios relacionados con la energía que van más allá de la electricidad. Esto hace que el consumo sea acorde al perfil del cliente, en el que esté bien atendido y abastecido, además de permitir el acceso a precios justos y aceptables para el conjunto de la sociedad.
Esto cambia la relación que tenemos con la energía, ya que, actualmente, el segmento energético solo se ve cuando hay algo que no va bien, ya sea un apagón o cualquier roce tanto en nuestra vida como en nuestro día a día.
Por tanto, necesitamos transformar el uso de la energía en un servicio de excelente calidad y no sólo en un activo. Al igual que la economía, todo lo relacionado con la energía sigue una compensación. La matriz energética exige una mayor diversificación para que haya previsibilidad de las fuentes de energía, al mismo tiempo que necesitamos hacer de la energía la protagonista de nuestras vidas. No sorprende que el segmento requiera con urgencia una innovación amplia y acelerada hacia el clientecentrismo.
Mikio Kawai Jr. es director ejecutivo y fundador de Grupo Safira. Licenciado en Economía y posdoctorado en Innovación por la Universidad de São Paulo, Mikio también tiene maestría y doctorado por la Universidad Estadual de Campinas. El ejecutivo cuenta con más de 23 años de experiencia en el mercado energético.
Fuente: ejes