El proyecto de ley Combustible del Futuro, actualmente en trámite en el Congreso Nacional, propone un aumento significativo en el porcentaje de biodiesel a mezclar con el diésel fósil utilizado en el país. El proyecto prevé que el mix actual del 14% alcance el 25% en los próximos años.
En los últimos años, la demanda mundial de energía renovable ha crecido rápidamente, catalizando un movimiento que promete desencadenar una nueva ola de desarrollo para la agricultura brasileña. El país se destaca internacionalmente por el éxito del etanol, un biocombustible que no sólo ha reducido significativamente nuestra dependencia de los combustibles fósiles, sino que también ha impulsado la economía agrícola nacional.

El proyecto de ley Combustible del Futuro, actualmente en trámite en el Congreso Nacional, propone un aumento significativo en el porcentaje de biodiesel a mezclar con el diésel fósil utilizado en el país. El proyecto predice que la combinación actual del 14% llegará al 25% en los próximos años. Se trata de una medida estratégica para alinear a Brasil con los compromisos ambientales globales, además de promover el desarrollo de la industria nacional de biocombustibles.

También es destacable el crecimiento de la demanda de energía renovable por parte del sector del transporte aéreo, que enfrenta una presión cada vez mayor para descarbonizar sus operaciones. El mercado de combustibles de aviación sostenibles (SAF – Sustainable Aviation Fuel) se está expandiendo vigorosamente y ofrece un gran potencial de negocios para los participantes preparados para ingresar a este segmento emergente.

La demanda de SAF está siendo impulsada por los compromisos internacionales para reducir las emisiones de CO2, que incluyen objetivos ambiciosos de adopción de biocombustibles. Las proyecciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) indican que se espera que la demanda mundial de SAF alcance los 8 mil millones de litros para 2025, y podría alcanzar aproximadamente 23 mil millones de litros en 2030.

De cara al futuro, las estimaciones apuntan a un crecimiento exponencial, con una demanda que alcanzará los 450 mil millones de litros para 2050, si se cumplen los compromisos globales para el uso de biocombustibles. Estas cifras resaltan la urgencia y la gran oportunidad de ampliar la producción de biomasa sostenible para satisfacer esta creciente demanda, sin la cual el sector de la aviación tendrá grandes dificultades para avanzar hacia una economía baja en carbono.

Existen varias tecnologías para producir SAF, siendo las más populares las que utilizan aceites vegetales, aceites usados ​​y grasas animales. Estos procesos se pueden aplicar a un conjunto diverso de biomasas, produciendo, además de SAF, otros combustibles e insumos, como diésel renovable, GLP y nafta, todos esenciales para la descarbonización industrial.

El hecho es que la creciente demanda de biodiesel y SAF ciertamente impulsará aún más la producción de oleaginosas en Brasil. Lo que se espera en el corto plazo es que haya un impulso en la cadena de la soja, que ha sido el principal proveedor de aceite vegetal en Brasil. La ampliación de la capacidad de trituración de soja para responder a la creciente demanda de petróleo podría tener impactos no sólo en el sector de las energías renovables. Alrededor del 18% al 20% del peso total de la soja resulta en aceite durante el proceso de extracción.

Aproximadamente entre el 80% y el 82% del peso restante es salvado, una importante fuente de proteína ampliamente utilizada en la fabricación de piensos y productos alimenticios para animales. Este aumento en la oferta de salvado reducirá los costos de producción de carne y múltiples productos industriales, con impactos en el mercado interno y las exportaciones.

Sin embargo, depender principalmente de la soja para satisfacer la creciente demanda de biocombustibles puede exponer al sector agrícola a múltiples riesgos, que pueden mitigarse diversificando las fuentes de biomasa. Esto no sólo fortalece la resiliencia de la agricultura brasileña, sino que también abre nuevas posibilidades para los negocios y el desarrollo regional.

La canola, por ejemplo, está siendo tropicalizada por Embrapa para adaptarla al cultivo de safrinha en el Cerrado. Este cultivo ofrece una excelente alternativa para la producción de aceite y salvado, los cuales tienen valiosas características nutricionales tanto para la alimentación humana como animal. Además del aceite alimentario y el biodiesel, la harina de canola es una rica fuente de proteínas útil para la producción de piensos para cerdos, aves y otros animales.

Además de la canola, la macaúba es una palmera originaria de Brasil que se encuentra en fase de domesticación y debería ampliar sustancialmente nuestra capacidad de producción de energía a partir de biomasa. Adaptada a prácticamente todas las regiones de Brasil, esta palmera supera la productividad de la palma aceitera, la oleaginosa más utilizada en el mundo, además de ser fuente de salvado para alimentación animal y biomasa para la producción de carbón activado y biocarbón.

También es esencial invertir en tecnologías avanzadas capaces de procesar una amplia gama de materias primas. Esto incluye no sólo los aceites vegetales, sino también los aceites usados ​​y las grasas animales. y otras fuentes de biomasa no alimentaria, igualmente útiles para la producción de biocombustibles. Estas innovaciones también aumentan la eficiencia y la sostenibilidad de los biocombustibles producidos.

Al adoptar una estrategia de avance tecnológico con diversificación de las fuentes de biomasa, Brasil no sólo puede satisfacer la creciente demanda de biocombustibles de forma sostenible, sino que también consolida su posición como líder mundial en energías renovables. Además de proteger al país contra las vulnerabilidades, este enfoque impulsa un modelo de desarrollo agrícola más diversificado, inclusivo y ambientalmente seguro, promoviendo una transición energética efectiva y beneficiosa para toda la cadena agroindustrial.

Fuente: Investigación Embrapa Agroenergía