En el debate sobre las direcciones de la generación distribuida (GD) en Brasil, un argumento que se ha utilizado a menudo contra el modelo actual es que beneficiaría a los más ricos, en detrimento de los más pobres.
Sería la lógica de "Robin Hood al revés": los costes del sector eléctrico, cuando ya no lo paguen los que tienen GD, los más ricos, serían prorrateados por otros consumidores, incluidos los más pobres. Según este argumento, la solución sería cambiar las reglas de GD.

Sin embargo, no es exactamente lo que indican las cifras completas: los cálculos de ABSOLAR indican una realidad diferente y demuestran que, para el 2035, GD generará más de R $ 13,3 mil millones en beneficios netos para todos los consumidores brasileños, incluidos los más pobres. Un estudio publicado en marzo de 2021 en la revista científica Renewable and Sustainable Energy Reviews va más allá: concluye que los consumidores con GD, también llamados "prosumidores", de hecho no están suficientemente compensados ​​por la energía eléctrica que inyectan en la red.

Los autores enumeran los costos futuros que las empresas de energía eléctrica pueden evitar cuando un consumidor instala DG, entre ellos: alivio en la operación de la red, reducción de la necesidad de nuevas líneas de transmisión, reducción de la necesidad de nuevas plantas de generación, además de menores impactos y costos ambientales. Como resultado, concluyen que debe llevarse a cabo una reforma regulatoria para garantizar que los consumidores con GD no se vean perjudicados y comiencen a subsidiar a las empresas eléctricas de manera injusta.

En cuanto al tema social, hay proyectos importantes en Brasil que buscan la democratización de la GD para los consumidores de todos los grupos de ingresos y clases sociales. Se sugiere que representantes de los distribuidores evalúen tales experiencias, entre ellas, los proyectos desarrollados en los barrios marginales de Babilônia y Chapéu Mangueira, en la ciudad de Rio de Janeiro (RJ). En estas iniciativas, es visible que la energía solar no ofrece barreras, sino soluciones a la crisis energética que viven a diario los más pobres.

La población de bajos ingresos vive con altas tasas de desempleo, facturas de energía que no se ajustan a su presupuesto y servicios de baja calidad, con cortes frecuentes y mal servicio. En Río, por ejemplo, solo en la última década la tarifa eléctrica se ha más que duplicado. Por el contrario, el precio de la energía solar ha caído rápidamente, lo que la convierte en una de las fuentes de energía más competitivas de la historia. La energía solar fotovoltaica también es líder entre las renovables en otro tema social muy importante: la creación de empleo. Se trata de trabajos de calidad, locales, resilientes y coherentes con la nueva economía sostenible de nuestro tiempo.

Por lo tanto, la adopción de GD en las comunidades ofrece una oportunidad para una fuerte reducción en los costos de acceso digno a la electricidad. Al generar energía en momentos de mayor demanda de electricidad, GD también puede reducir la carga al final de la red y mejorar la calidad del suministro en las favelas. Por su modelo descentralizado, promueve el empoderamiento energético y nuevos modelos de organización colectiva para reclamar derechos.

Sin embargo, todavía existen barreras para la popularización de GD, en particular la necesidad de capital para la inversión inicial y el acceso al crédito. ¿Cuál es el modelo apropiado para que estas comunidades se embarquen en GD? Una de las apuestas está en el modelo de generación compartida, a través de las cooperativas energéticas. Esta es una solución que, además de los beneficios económicos, armoniza con las tradiciones de colectividad, autogestión y cooperación en las favelas. En este momento, avanza la implementación de la primera cooperativa de energía solar fotovoltaica en un barrio pobre de Brasil.

Sin embargo, la reducción en el valor de los créditos eléctricos, como ha sido propuesta por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL), haría inviable este nuevo modelo. Esto ralentizaría el crecimiento de una solución sostenible que alivie los desafíos que enfrentan los más pobres. Sin un marco legal adecuado y justo, el futuro de la GD en las comunidades de bajos ingresos gana una enorme incertidumbre y se ve amenazado.

El proyecto de ley 5.829 / 2019, actualmente pendiente en la Cámara de Diputados, junto con la propuesta de Enmienda Social, ofrece un camino positivo para resolver este impasse. No es cierto que solo los ricos se beneficien de la GD solar. Esta es una tecnología que va más allá de los beneficios económicos y ambientales, ya que tiene el potencial de ser una herramienta de transformación social para la población de bajos ingresos en Brasil. Por eso, en este momento, es necesario fomentar la adopción de GD solar, y no frenar.

Eduardo Ávila es director ejecutivo de Revolusolar; Rodrigo Sauaia es CEO de ABSOLAR y Ronaldo Koloszuk es presidente del Consejo de Administración de ABSOLAR.

Fuente: TN Petróleo