Dado lo estratégico del tema, sería oportuno contar con un grupo científico asesor
En la lucha contra el cambio climático se trata de controlar y en lo posible eliminar las causas asociadas, provocadas con el advenimiento de la era industrial. Sin embargo, para tener una visión más amplia del fenómeno, no debemos olvidar que también existen causas naturales sobre las que la actividad del hombre tiene poco o nulo control.

 Solo como un ejemplo de esto último tenemos la liberación de gas metano desde el “permafrost” de la zona ártica, por efecto de la transmisión de ondas sísmicas generadas en el círculo de fuego de las islas Aleutianas.

 Una gran responsable en la producción de gases de efecto invernadero ha sido la generación de energía en base a combustibles fósiles que, ordenándoles de más a menos contaminantes son: el carbón, los residuales de petróleo, los combustibles del transporte (gasoil y gasolina) y, en menor medida, el gas natural.

 En este proceso, Uruguay partió desde posiciones bastante buenas, sin consumo de carbón y con bajo consumo relativo de residuales. En la actualidad, está bastante lograda la descarbonización de la generación de la energía eléctrica, con un punto clave aún no resuelto como lo es el abastecimiento de gas natural a la central de ciclo combinado de Punta del Tigre, para resolver el abastecimiento en períodos de baja hidraulicidad.

 Ahora vendría la etapa de la descarbonización del transporte, esto es, salir del consumo de gasoil y gasolinas. Ello se lograría aprovechando una tendencia mundial en el desarrollo tecnológico, con motores eléctricos.

 Para suministrar la energía a los vehículos autónomos, las dos grandes opciones en la actualidad son el vehículo con baterías recargables y el vehículo con celda de hidrógeno, ambos accionando motores eléctricos.

 La primera apunta principalmente al transporte individual y colectivo de pasajeros y la segunda, al transporte pesado por carretera y sobre rieles. Como una opción intermedia de descarbonización para el transporte pesado se están desarrollando también vehículos a GNL (gas natural licuado) y GNC (gas natural comprimido). El avance en la descarbonización del transporte puede experimentar una súbita aceleración extraordinaria si se concretan descubrimientos en nuevos tipos de baterías, ahora en pleno proceso de investigación.

 No hay que perder de vista, que la descarbonización del transporte significa inversiones en el sector de generación eléctrica, tanto para el suministro eléctrico de la energía primaria del transporte, como para la producción del hidrógeno verde para alimentar las celdas de hidrógeno. Además, resulta que la capacidad instalada del antiguo sistema se vuelve obsoleta y también exige inversiones para disponer adecuadamente de ella.

 Un paso más profundo en esta evolución de la descarbonización está en la actividad productiva general (industrial, agropecuaria, etc.). Aquí aparece la necesidad de congelar el desarrollo, mejorar el funcionamiento o eventualmente eliminar actividades que aportan enormes cantidades de gases de efecto invernadero y que pueden anular con creces lo ganado en la transformación de la generación de energía y en el transporte.

 La industria del cemento portland, la alta dotación de rumiantes en la ganadería y la industria de la celulosa son tres sectores en los que se podría actuar. En los tres sería posible realizar acciones para mejorar la descarbonización, aplicando procedimientos tecnológicos que están en vigencia o eliminando algunos. En el caso del cemento portland, se debería estudiar la prohibición de “clinkerizar” calizas para exportación, de modo que, en el futuro, las emisiones generadas para producir el cemento consumido fuera de fronteras, no se le adjudiquen al Uruguay.

 El tema de los rumiantes se está estudiando en dos sectores: en los feedlots, con la alimentación y en los criados en pasturas, con el desarrollo y avance de la genética para mejorar el rendimiento de la conversión “pasto-carne”. En la actividad de la celulosa, si bien la parte forestal es captora de CO2, la fase industrial aún consume residuales y debería mirarse con un criterio descarbonizador.

 Estos pocos ejemplos muestran la diversidad del conocimiento técnico que presenta el tema y lo fácil que es caer en decisiones contradictorias que anulen avances hacia la descarbonización logrados en algunos sectores, si no se hace un estudio tecnológico global y profundo del tema.

 Uruguay, por lo reducido de su mercado interno, ha elegido desarrollarse en una economía abierta, basada en la exportación de bienes y servicios de calidad. Teniendo en cuenta que muchos de ellos van dirigidos a países con altas presiones ambientalistas, con eventuales barreras para arancelarias por este motivo, no es de extrañar que un Uruguay con alta descarbonización, podría sortearlas con éxito.

 Dada la importancia estratégica y la complejidad del tema, la diversidad de conocimiento científico que involucra y la necesidad del sistema político de formular políticas públicas coherentes y fundadas para encaminar la descarbonización, creemos del caso sugerir la creación de un Grupo Científico Asesor para la descarbonización de la economía, a la manera del GACH de tan buena performance.

 La labor de este grupo sería esencialmente prospectiva e indicativa del desarrollo científico, tecnológico y de innovación y permitiría coordinar las acciones entre todos los sectores de la actividad económica, sin entrar en una planificación centralizada, no compatible con una economía libre como la del Uruguay.

 Fuente: El País