Entre enero y octubre de 2025, el 20,4% de todo el potencial de energía solar y eólica no se utilizó, un volumen tres veces mayor que el registrado en el mismo período de 2024, según un estudio de Volt Robotics con datos del ONS (Operador Nacional del Sistema Eléctrico). Durante los picos de producción, la oferta supera la capacidad de las líneas de transmisión, lo que obliga al operador a intervenir con cortes sistemáticos de generación.
Esta práctica, conocida como recorte, reduce la previsibilidad y afecta directamente la rentabilidad de la inversión de los proyectos que dependen de la operación continua. Más allá de las limitaciones físicas de la red, el modelo regulatorio actual fue diseñado para centrales hidroeléctricas y térmicas, que permiten un control inmediato. Las fuentes renovables, por otro lado, presentan picos de demanda concentrados y requieren una flexibilidad que la estructura actual aún no ofrece.
Sin mecanismos modernos de previsión y respuesta de la demanda, las fluctuaciones se intensifican. La generación distribuida amplifica este desafío al agrupar a millones de pequeños generadores que inyectan energía de forma descentralizada. Esta participación democratiza la matriz energética, pero requiere un monitoreo continuo y herramientas digitales robustas para evitar desequilibrios locales y regionales.
En este contexto, el almacenamiento se vuelve fundamental para garantizar la estabilidad. Las baterías a gran escala, las centrales eléctricas reversibles y los proyectos de hidrógeno verde permiten absorber el excedente de energía y devolverlo al sistema cuando aumenta la demanda, reduciendo las interrupciones, preservando los ingresos y aumentando la fiabilidad de las operaciones. La digitalización también juega un papel decisivo. Las redes inteligentes y los sistemas avanzados de monitoreo permiten la previsión de la generación, los ajustes automáticos del flujo y la integración de diferentes perfiles de productores. La combinación de datos, tecnología e inteligencia operativa fortalece la resiliencia del sistema ante la intermitencia.
Brasil tiene la oportunidad de transformar su abundancia de energías renovables en una ventaja estructural. Para ello, necesita alinear la infraestructura, la regulación y la tecnología con la nueva realidad del sector eléctrico. Cuando estos elementos trabajan en conjunto, el país supera la paradoja actual y consolida una matriz energética estable y competitiva, compatible con su liderazgo global. El futuro de la energía limpia en Brasil depende de nuestra capacidad para transformar el potencial en resultados concretos.
Fuente: CE
