En un país con realidades climáticas diversas, empresas y especialistas detallan cómo la suciedad, la corrosión y la digitalización están redefiniendo los criterios para operar y cuidar los parques solares. Mantenimiento de plantas solares: Claves que determinan el rendimiento de la generación fotovoltaica El rápido avance de la generación fotovoltaica en Chile demanda esquemas de mantenimiento más finos y basados en datos.
Las variaciones ambientales, la degradación natural y la mayor complejidad tecnológica exigen nuevas metodologías para asegurar continuidad y prolongar la vida útil de los sistemas.

Voceros de EnorChile, Vitel Energía, ABB y la Cámara Internacional del Litio y Energías describen los factores que hoy condicionan el desempeño. El análisis revela cómo la ingeniería, la gestión preventiva y la digitalización están elevando los estándares de operación del sector.

Suciedad y clima: el impacto de cada zona Para EnorChile, uno de los puntos críticos es la suciedad, un elemento cuyo impacto varía fuertemente según el territorio. Su subgerente de Gestión de Activos, Rodrigo Contreras, explica que en el norte “la camanchaca deposita humedad, minerales y sales sobre los módulos, y junto al polvo fino de la chusca forma una capa particularmente adherente”. Agrega que, por restricciones operativas, muchas plantas “optan por espaciar los lavados, aun asumiendo cierta pérdida de eficiencia”.

A medida que se desciende hacia el centro del país, el escenario cambia. Allí, menciona Contreras, el polen, los excrementos de aves y la humedad matinal generan un ensuciamiento más heterogéneo, mientras que en el sur se incorporan lluvias, barro y nieve. Estas variaciones, afirma, “exigen estrategias de limpieza más específicas y constantes”. Además, advierte sobre el efecto acumulado: “Las pérdidas pueden llegar entre 7% y 9% en medio año si no existe control adecuado”. Por ello utilizan celdas de referencia limpias y sucias que permiten activar los lavados al alcanzar diferencias de producción entre 2% y 3%.

Fallas eléctricas, corrosión y degradación de equipos Una visión coincidente entregan desde Vitel Energía, donde también consideran la suciedad como uno de los mayores factores de pérdida. Su asesor técnico de Energías Renovables y Electromovilidad, Felipe Parra, sostiene que los impactos “pueden variar entre 5% y 25% según la zona”. A este fenómeno se suman la degradación de cables por radiación UV, ciclos térmicos y humedad; fallas por corrosión en estructuras metálicas; aparición de hotspots o microfisuras; y problemas en inversores por ventilación insuficiente. Parra añade que también se generan mermas por “sensores o dataloggers descalibrados, que entregan lecturas erróneas”.

Estas condiciones están estrechamente vinculadas a las características climáticas locales. Parra detalla que Atacama combina alta radiación y polvo en suspensión; las zonas costeras exponen los equipos a una “atmósfera altamente salina que acelera procesos corrosivos”; y en la alta montaña la menor densidad del aire reduce la capacidad de disipación térmica de inversores y transformadores. Según afirma, los equipos que representan —módulos Risen, inversores Solis, baterías Soluna y protecciones LS Electric— cuentan con certificación para trabajar bajo estos rangos ambientales.

La corrosión es otro foco central en la operación. Contreras subraya que un mantenimiento preventivo riguroso es clave para evitar que el deterioro avance.

Fuente: EI