SLB, empresa de soluciones para la industria del petróleo y el gas, considera que Brasil tiene uno de los mayores potenciales mundiales para la captura y almacenamiento de carbono (CAC), especialmente cuando se asocia con la bioenergía (BECCS). Sin embargo, según Janaina Ruas, directora de negocios y nuevas energías de la compañía en Brasil, este potencial depende de una ventana de oportunidad corta y estratégica, considerando el ciclo actual de altos precios de los créditos de carbono en el mercado internacional.
“¿Cómo puede Brasil evitar perder este potencial y dejar pasar esta ventana? Porque no será así para siempre. Llegará un momento en que será posible vender créditos de carbono a un precio mucho más alto que en diez años”, declaró durante un evento celebrado en Río de Janeiro la semana pasada.
El ejecutivo argumentó que el país necesita actuar para aprovechar el valor económico antes de que se cierre esta oportunidad, especialmente porque otros mercados ya pagan mucho más por los créditos que pueden generar los proyectos brasileños de bioenergía con captura de CO2. Hoy en día, están surgiendo créditos de carbono en otros lugares, que son mucho más caros que aquí en Brasil. Brasil debe cumplir con su NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional) al Acuerdo de París. Pero es importante saber qué hacer mientras alguien más intenta cubrir los gastos.
El Ministerio de Minas y Energía (MME) ha abierto una consulta pública sobre el decreto propuesto que regula las actividades de CCS, CCUS (cuando se utiliza CO2) y BECCS. La fecha límite para las contribuciones es el 16 de diciembre. El BECCS de FS muestra el potencial brasileño. SLB se asocia con FS Bioenergia en el primer gran proyecto BECCS en fase de prueba en el país, centrado en la producción de etanol de maíz en Mato Grosso.
La iniciativa busca capturar el CO2 biogénico emitido por las plantas e inyectarlo en los reservorios salinos de la cuenca de Parecis, produciendo etanol carbono-negativo capaz de generar créditos de carbono.
"Vemos una gran oportunidad allí", declaró el ejecutivo. Ruas enfatiza que el proyecto, a pesar de su complejidad, demuestra que Brasil puede liderar a nivel mundial en este ámbito.
“En el área de la captura y almacenamiento de carbono (CAC), tenemos la ventaja. Intentaremos aprovechar la oportunidad”, recalcó. La industria se centra en lo que tiene sentido para el negocio. Al evaluar la COP30, la ejecutiva observa que la transición energética seguirá guiándose por decisiones industriales basadas en la racionalidad económica y no solo en las ambiciones climáticas.
“La industria hará lo que tenga sentido. La regulación es necesaria, pero las cosas que empiecen a tener sentido empezarán a despegar”, afirmó. Para ella, el avance de la CAC en los biocombustibles es un claro ejemplo de este llamado a la realidad, donde las tecnologías que combinan competitividad e impacto climático tienden a ganar escala.
Cree que la cumbre climática que finalizó en Belém (Pensilvania) en noviembre reveló precisamente este cambio en la postura global: menos idealización, más pragmatismo. “Es una llamada a la realidad”, evaluó. Ruas también destaca que, si bien la agenda para la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles no ha avanzado como se esperaba, ha aportado una dosis importante de realidad para alinear las expectativas entre la industria, los gobiernos y la sociedad.
“La industria seguirá siendo industria como antes. Lo que avanzará son las cosas que tienen sentido”. Además de la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la ejecutiva también señala las soluciones de almacenamiento de energía como otra tecnología económicamente atractiva para la que Brasil debe prepararse, especialmente dada la fuerte expansión de la generación de energía solar y eólica.
“Si la energía solar está creciendo como lo está haciendo, y las energías renovables también, tendrá que haber una solución. Y esta solución no es solo técnica. También tendrá que venir acompañada de regulación”, comenta.
Fuente: AXES
