Durante décadas, la imagen de una petrolera fue clara: extracción, refinación, transporte y venta de hidrocarburos. Pero ese modelo, aún vigente, está siendo reconfigurado. Las grandes compañías, lejos de quedarse al margen de la transición energética, la están liderando. Ya no se presentan sólo como petroleras, ya que su mayoría hoy se definen como empresas energéticas integrales, capaces de generar electricidad, desarrollar nuevas tecnologías y pensar el suministro a largo plazo. Uruguay, aunque sin producción petrolera propia, forma parte de este proceso a través de sus vínculos comerciales, su red energética y su posición estratégica en la región.
“Las petroleras entienden mejor que nadie los límites del modelo actual. Saben lo que implica seguir extrayendo sin diversificación. Por eso están invirtiendo en nuevas formas de generación energética. No es un discurso, es una transformación estructural”, explicó a surtidores Uruguay, José Félix García García, experto en energía, con más de cuatro décadas de experiencia en petroleras reconocidas, quien sigue aportando una mirada crítica y dinámica sobre el mundo actual.
La compañía estatal argentina anunció sus planes de incorporar una unidad de negocios dedicada a la energía atómica hacia 2030, basada en reactores modulares pequeños (SMR, por sus siglas en inglés). A diferencia de los grandes reactores del pasado, como Atucha I o Río Tercero, los SMR tienen menor escala (100 a 300 MW), mayor flexibilidad, menores tiempos de construcción y estándares de seguridad más avanzados. “YPF entendió que el liderazgo energético ya no puede limitarse al petróleo. Y en ese camino, Argentina tiene ventajas competitivas claras: décadas de experiencia en el sector nuclear civil, investigación científica propia y capacidad tecnológica instalada”, remarcó García.
Este movimiento no es aislado. “La transición energética tiene una dimensión regional. Uruguay puede no desarrollar energía nuclear, pero no puede dejar de analizar qué rol va a jugar cuando sus vecinos empiecen a producirla a escala”, advirtió. Asimismo, con una matriz eléctrica basada en más del 90 7 por ciento de energías renovables, Uruguay es un ejemplo reconocido a nivel internacional. Sin embargo, ese logro, alcanzado en poco más de una década, abre ahora una nueva etapa.
“Siempre se necesita una base estable, ya sea gas o nuclear. Y las petroleras están empezando a ofrecer esa solución también”, explicó el especialista. En este sentido, el cambio de perfil de las petroleras impacta directamente en el país. ANCAP, por ejemplo, es un actor histórico en la cadena de suministro de combustibles fósiles, pero su vínculo con el sector privado y la diversificación de fuentes lo posicionan para jugar otro rol. “ANCAP fue pionera en fomentar proyectos renovables, aunque lo hizo a través de contratos con privados. Esa lógica de colaboración entre el Estado dueño del recurso y la inversión privada es la que ahora se extiende a otras áreas”, analizó García.
El experto sostuvo que los avances en movilidad eléctrica, digitalización y servidores de inteligencia artificial generarán una demanda energética sin precedentes. “Los nuevos servidores que operan con inteligencia artificial consumen hasta 20 o 30 veces más energía que los tradicionales. Los emblemas lo saben y por eso ya están integrando formas limpias de generación. La transición no se hace desde afuera del sistema, se hace desde quienes lo conocen y pueden sostenerlo”, señaló.
El ministro Omar Paganini mantuvo reuniones con varios jerarcas del gobierno chino vinculados a las áreas de las energías renovables en Beijing y Chongqing. Hoy, muchas buscan formar parte de la solución. No desde el marketing, sino desde el diseño estructural de nuevos modelos energéticos. “El verdadero proceso no pasa por eliminar el combustible de un día para el otro. Pasa por incorporar nuevas fuentes sin desarmar el sistema. Las petroleras tienen la espalda para hacerlo, y están en eso”, sostuvo García.
La sostenibilidad, afirma, no puede entenderse como una moda ni como un slogan vacío. Debe vincularse a la capacidad de crear valor real a largo plazo, en alianzas público-privadas sólidas, con reglas estables y una visión regional. “Los gobiernos tienen que dejar de cambiar las reglas cada dos años. Esta industria necesita previsibilidad. Si el marco es serio, las grandes empresas van a invertir”, explicó.
En Uruguay, además, esta transformación también se refleja en el propio lenguaje del sector. ANCAP ya no habla solo de combustibles, sino de energía. Los inversores privados comienzan a interesarse por las nuevas formas de carga y se multiplican los proyectos de infraestructura orientados a la movilidad eléctrica. “El país tiene mucho para aportar si logra integrarse regionalmente, sin perder su visión propia. Pero hay que estar a la altura del momento. Hoy se juega mucho más que la matriz energética, se juega la competitividad futura”, concluyó.
Fuente: Surtidores