El costo de hoy puede ser la base de la estabilidad y sostenibilidad del mañana, escribe el director ejecutivo de Armor Energia.
El economista Kenneth Arrow, Premio Nobel y referente en estudios sobre incertidumbre y seguridad en los mercados, destacó que «una sociedad reacia al riesgo siempre estará dispuesta a pagar una prima por la seguridad».

En el sector eléctrico brasileño, esta lógica ha cobrado relevancia a medida que avanzamos en la transición energética y aumentamos la participación de fuentes renovables, como la solar y la eólica, en la matriz energética.

Estas fuentes, si bien sostenibles y estratégicas para el futuro, también son intermitentes y han alimentado el debate sobre la resiliencia del sistema.

El nuevo modelo de precios de la energía, más conservador, busca responder precisamente a este escenario, aumentando el nivel de seguridad en la planificación y la operación. Sin embargo, a corto plazo, el efecto secundario ha sido un aumento de los costos.

En marzo, el Precio de Liquidación por Diferencias (PLD) superó los R$300/MWh en el mercado libre, lo que refleja el fin de una temporada de lluvias con precipitaciones inferiores a la media histórica y la adopción de parámetros más cautelosos en los modelos de cálculo.

Cambios como el ajuste del CVAR (Valor Condicional en Riesgo), que regula las reservas de energía, y del modelo Newave Híbrido, que simula la operación integrada de diversas fuentes de generación, aumentaron la percepción de riesgo y fomentaron la activación temprana de las centrales térmicas, cuyos costos operativos son mayores.

El resultado fue un entorno de precios más altos y volátiles, especialmente en el mercado libre, lo que ejerció presión sobre los contratos a corto y mediano plazo.

En el mercado cautivo, los efectos se reflejan en la frecuencia e intensidad de las banderas tarifarias, activadas a partir de mayo. Dado que la electricidad representa entre el 4% y el 5% del IPCA, este aumento también se refleja en la inflación, impactando directamente en sectores como la alimentación, el comercio y los servicios.

Es importante recordar que, incluso con los embalses del Subsistema Sudeste/Centro-Oeste cerrando marzo con el 68,48% de su capacidad, la combinación de fuentes renovables intermitentes, la previsión de un período seco y la postura preventiva adoptada por el nuevo modelo ha llevado al sistema a operar con un mayor margen de seguridad y, en consecuencia, con un mayor costo.

Además de alinearse con la cultura de alta aversión al riesgo que existe en el sector eléctrico brasileño, impulsada por el recuerdo del racionamiento de 2001/2002, cabe destacar que este cambio estructural puede generar avances.

El modelo más conservador ayuda a evitar crisis de suministro, a estimular inversiones en soluciones complementarias —como almacenamiento, gestión de la demanda y centrales térmicas sostenibles— y a fortalecer la confiabilidad de la matriz a largo plazo.

En otras palabras, el costo de hoy puede ser la base de la estabilidad y sostenibilidad del futuro.

El desafío es encontrar el equilibrio entre previsibilidad, competitividad y seguridad. Normas claras, señales estables e incentivos bien calibrados son esenciales para que el sector siga siendo atractivo para los inversores y capaz de sostener el crecimiento económico sin comprometer el poder adquisitivo de la población.

Este artículo expresa exclusivamente la postura del autor y no necesariamente la de la institución a la que pertenece o a la que trabaja.

Fred Menezes es el director ejecutivo de Armor Energia.

Fuente: Axes