El gobierno descartó participar en el capital accionario del proyecto de HIF global para producir hidrógeno verde. ALUR se mantendrá como proveedora de CO2. ¿Qué hay detrás de esta decisión política?
Renuncias, cuestionamientos y un gobierno electo en medio, las claves de Ancap y HIF Global El ingreso de Ancap al proyecto de HIF Global supone un "monto gigante" para el Estado, afirmó Omar Paganini La participación de Ancap en el proyecto de hidrógeno verde es la última polémica de la transición. La participación de Ancap en el proyecto de hidrógeno verde es la última polémica de la transición.

Cuando todavía no se ha tomado una decisión respecto al proyecto Arazatí y en medio de una transición donde hay abundantes “papas calientes” que pasarán de un gobierno al otro (desde el CASMU a la IMM, pasando por la Caja de Profesionales la situación del transporte de pasajeros y otras) emergió otra vez Ancap (¡¿otra vez?!) con una discusión sobre su participación en el proyecto de hidrógeno verde.

El gobierno tomó la decisión de descartar la participación societaria de Ancap en el proyecto; será sí la proveedora de CO2 (que se combina con el hidrógeno verde generado, para obtener combustible “verde”), a través de ALUR. Alejandro Stipanicic presentó su renuncia a Ancap ante el presidente Luis Lacalle Pou Parece bastante claro que el gobierno tomó esta decisión luego de perder las elecciones: hasta ahora, el gobierno de Luis Lacalle Pou venía manejando con cautela y prudencia el asunto, avanzando paso a paso y con la decisión de participar o no, planteada recién para el 2025. Pero el Frente Amplio (FA) ganó las elecciones y cambiaron las piezas del tablero.

¿En qué sentido? Es obvio desde el principio que en la Coalición no hubo una visión común sobre Ancap: desde el Partido Nacional (PN) se aboga por desmonopolizar y -en ese contexto- que Ancap compita. En el Partido Colorado (PC), en cambio, no hay consenso: hay visiones liberales pero predominan los componentes más estatistas. De tal manera que cuando se envió el proyecto de la LUC, que incluía la desmonopolización, parte del Partido Colorado no la votó y la idea quedó por el camino.

El ahora expresidente de Ancap, Alejandro Stipanicic (renunció por discrepar con la decisión sobre el hidrógeno), ha hecho una gestión reconocida y transparente. En su visión, la petrolera estatal debe competir, pero tiene que prepararse. Pero claro: si el monopolio se mantiene y las condiciones no cambian, esa preparación marcha al ritmo de la propia Ancap. Porque aquí está el cerno del asunto: más allá de las varias batallas que ha dado Stipanicic para mejorar la eficiencia y transparencia de la empresa, y modernizarla (con fuertes conflictos con el sindicato), es un “ancapeano” de décadas y tiene su corazón alli.

Y desde ese enfoque, ha visto en el proyecto de hidrógeno verde una oportunidad de sobrevivencia para el ente, en particular ante una eventual desmonopolización del mercado de combustibles. Pero ahora que la Coalición deja el gobierno al FA, esa posibilidad se aleja y lo que hasta ahora era una oportunidad de sobrevivencia se convierte en una posibilidad de expansión para Ancap, manteniendo el monopolio.

Que eso sea de beneficio para el Uruguay y su pueblo es alto discutible, pero para Ancap y los “ancapeanos” (los empleados de la empresa) es música para sus oídos: vuelve a asomar la posibilidad de constituir un conglomerado industrial de mayor alcance y posibilidad de crecimiento. De tal manera que la visión de Stipanicic se alinea con la del sindicato. Las duras confrontaciones quedan atrás, ahora que el FA tomará el gobierno. Y en el FA también quedan atrás los cuestionamientos que su representante en UTE -la futura ministra de Industria Fernanda Cardona- hacía a las inversiones que esta empresa definía para la infraestructura del proyecto (que necesita toda una fase de generación y transmisión eléctrica); según el oficialismo, Cardona no votó ninguna de esas inversiones, necesarias para el proyecto de HIF Global. Pero ahora el FA critica al gobierno por no participar del proyecto. ¿En qué quedamos? Los antecedentes de una Ancap monopólica y en expansión son terribles. Cuando José Mujica dio luz verde y rienda suelta a las inversiones de los entes en su gobierno, Ancap incurrió en pérdidas de más de 800 millones de dólares, asunto que luego obligaría a su expresidente Raúl Sendic, a renunciar a la Vicepresidencia de la República. No es exagerado decir que el capítulo Ancap fue una de las causas principales que le costaron al FA la derrota en 2019.

Ahora el gobierno de Lacalle Pou corta con esta posibilidad de expansión, de alto riesgo y con un costo de inversión millonario (habría que invertir 1.800 millones de dólares, si se toma toda la opción del 30%), que -directa o indirectamente- tendría garantía estatal. Y como ni Ancap ni el Estado uruguayo tienen recursos disponibles, para hacer la inversión habría que endeudarse.

Obviamente, el gobierno no tomó esta decisión para evitarle al FA una eventual nueva crisis (esa generosidad no existe en política); en mi visión, es una última expresión de la visión liberal y aperturista en materia energética, que no pudo avanzar en este gobierno (el monopolio sigue) pero que -ya en retirada- busca contener los avances de la visión estatista. Ni más ni menos.

Fuente: Ambito