En Brasil, el sector ha presentado importantes logros en los últimos años, con importantes avances en investigación de empresas como Petrobras y Raízen, consolidando al país como uno de los líderes en la producción y desarrollo de tecnología para E2G.
Desde la inauguración de las primeras plantas comerciales de E2G en el país, como las unidades Raízen y GranBio, Brasil viene mejorando sus procesos productivos. El uso de enzimas más eficientes y las mejoras en la fermentación y el aprovechamiento de la biomasa son ejemplos de innovaciones que han contribuido a aumentar la productividad y reducir costes. Según la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar (Única), la producción creció un 20% entre 2023 y 2024, esperándose una expansión para finales de la década.
E2G no sólo complementa la producción de etanol de primera generación, sino que también agrega valor a los residuos de la cadena sucroenergética. Además, su producción reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que ayuda a Brasil a cumplir sus compromisos en virtud del Acuerdo de París.
Los estudios indican que, en comparación con el etanol convencional, la celulosa puede reducir hasta un 90% de las emisiones relacionadas con el ciclo de vida del combustible. “E2G es nuestra”, afirmó Ricardo Mussa, director general de Raízen, en alusión a la campaña nacionalista “El petróleo es nuestro”, de las décadas de 1940 y 1950, que llevó a la creación de Petrobras. “Es una tecnología propia, brasileña y patentada”, afirmó.
A pesar de los avances, el sector aún enfrenta desafíos relacionados con los altos costos de producción y la escala comercial. La competitividad de E2G depende de inversiones continuas en investigación y desarrollo, así como de políticas públicas que fomenten su adopción. Recientemente, el gobierno brasileño lanzó programas como RenovaBio, que promueve créditos de descarbonización (CBIO) para productores de biocombustibles, creando un entorno más favorable para E2G.
Fuente: Noticias RPA