El escenario persiste independientemente del aumento –o no– de la extracción de petróleo en la próxima década, debido al continuo crecimiento de la demanda y la falta de inversiones más robustas en la expansión de la refinación nacional.
EPE proyecta que en 2034 el país necesitará importar el 25% del volumen de diésel consumido.
La dependencia se produce a pesar del aumento del 13% de la capacidad de producción de diésel con la entrada del segundo tren Rnest. El documento destaca la centralidad del diésel y la dificultad de sustituirlo por otros combustibles, especialmente en el transporte de carga. Reemplazarlos por combustibles menos contaminantes puede ayudar a mitigar, pero no eliminar, la dependencia de los mercados externos.
En el caso de la gasolina, la dependencia de las importaciones caerá al 3% en 2034, con el aumento de la oferta de etanol y el mayor uso de vehículos eléctricos. Las proyecciones ya reflejan las políticas aprobadas en el Combustible del Futuro, que prevé un aumento de la mezcla de biocombustibles.
Además de la continua importación de diesel, gasolina y queroseno de aviación durante este período, el país también podría comenzar a importar petróleo crudo, la temida pérdida de autosuficiencia.
La caída de la producción socava la demanda del sector de avanzar en la exploración en la región del Margen Ecuatorial. El pico de producción de petróleo está previsto para 2030, con 5,3 millones de barriles/día. Al año siguiente comienza el declive, si no se producen nuevos descubrimientos importantes.
Fuente: ejes