Perú es un país deficitario de petróleo, cuya matriz energética podría verse drásticamente presionada debido a que las reservas probadas de petróleo y gas en el Perú solo alcanzarían para cubrir la demanda local durante unos 15 años, siempre y cuando el crecimiento de la economía no supere el 4 %.
Además, ha habido una mengua en la producción de petróleo, ocasionada por la paralización de un sinnúmero de operaciones en la selva norte debido a conflictos sociales y ambientales. Actualmente, Perú gasta entre US$10,000 y US$11,000 millones en la importación de petróleo y sus derivados. A pesar de contar con recursos naturales que podrían reducir esta dependencia, el país importa el 80 % de lo que consume. La producción nacional es de 40,000 barriles diarios, mientras que se consumen un total de 250,000. Además, se registra la caída en picada de las reservas probadas de gas natural, desde los 14.6 trillones de pies cúbicos (TCF) contabilizados en el 2014 hasta 7.8 TCF en 2023.

Es decir, una disminución acumulada del 46 %. Las reservas caen por la falta de inversión en proyectos de exploración de gas y petróleo: sin hallazgos importantes desde el 2013 en gas natural y en petróleo. Sin embargo, hay pozos, como los de Talara, que se cerraron cuando el precio del petróleo estaba en US$12, y los costos de la extracción secundaria eran altos. Hoy, con precios que llegan a los US$100 por barril, es posible utilizar tecnologías modernas para aumentar la producción a bajos costos. Tenemos una “muy baja” inversión orientada a exploración de hidrocarburos en años recientes y, particularmente, en el último trienio (2021-2023), cuando se alcanzó un acumulado de US$10 millones, en contraste con los US$400 millones que se invertían anualmente a inicios de la década pasada.

Se requieren medidas inmediatas para destrabar las inversiones en exploración, porque existe el riesgo de que Perú se convierta en un importador neto de petróleo y gas natural hacia finales de la próxima década. Actualmente, tenemos el proyecto de Camisea, que reinyecta el gas que no logra utilizar del Lote 88, destinado al mercado peruano a precio regulado. El producto de los otros dos lotes, el 57 y el 56, se exporta. A estos lotes se sumará el 58, de la empresa china CNPC, que operará desde 2025. Para que Camisea pueda invertir en reponer reservas, primero tiene que asegurarse dónde las va a colocar. Sin petroquímica, de la que obtener derivados del petróleo y el gas; sin la masificación del consumo por parte de la población y las industrias peruanas; y sin una mayor capacidad en el ducto TGP (Transportadora del Gas del Perú), entre otros factores, no tendría sentido que lo haga.

La mitad de las reservas de gas se han consumido favorablemente (para satisfacer las necesidades del país). Hay que viabilizar la inversión en exploración para que el Perú no siga los pasos de países que descuidaron este aspecto, como Bolivia, que se está quedando sin gas, lo que los ha llevado a una crisis energética sin precedentes. En el caso de hidrocarburos, la conflictividad social y la proliferación de áreas naturales protegidas son los principales problemas en la selva norte. Se debería comenzar la reactivación de los lotes 67 y 39, que la franco-británica Perenco ha abandonado por conflictos sociales con la población indígena, y asegurar la paz social en su entorno; asimismo, reactivar la producción del lote 192, de Alta Mesa Energy, después de tres años y medio de inactividad. También se debería apoyar a Petrotal (empresa canadiense) que explota el lote 95 con responsabilidad social y ambiental, y produce el 50 % de la producción nacional actual; además, planea incrementar su producción hasta los 100 mil barriles diarios.

A fines de 2019, PETROPERÚ y Petrotal Perú llegaron a un acuerdo para la adquisición de petróleo proveniente del lote 95, en la región Loreto. El retraso en la operación de la Refinería de Talara y los problemas de funcionamiento operativo del oleoducto no permitieron concretar estos acuerdos. Habría que asegurar que la Refinería de Talara de PETROPERÚ produzca una gasolina de alto octanaje para el consumo local y exportaciones, como a Ecuador y Colombia, países petroleros que necesitan gasolina. Para que esto sea posible, técnica y financieramente, se debe definir a PETROPERÚ como una empresa mixta con gerencia privada. El objetivo es que la importación de petróleo para consumo local, hoy en 80 %, se reduzca significativamente.

Fuente: Expreso