Uruguay se encuentra en una encrucijada energética que podría cambiar el curso de su política de biocombustibles. Después de haber abandonado en 2021 la obligación de mezclar un 5% de biodiesel en el gasoil, el país está considerando volver a incluir este biocombustible en su matriz energética. Esta decisión, que se encuentra en estudio por parte de la estatal Ancap y su filial Alur (Alcoholes del Uruguay), podría tener implicaciones significativas para la industria, los productores agrícolas y los consumidores.
Antecedentes de la mezcla de biodiesel en Uruguay El biodiesel en Uruguay no es un concepto nuevo. En 2007, con la promulgación de la Ley de Agrocombustibles (18.195), se estableció la obligatoriedad de mezclar un mínimo de 5% de biodiesel en el gasoil. Este mandato se mantuvo hasta 2021, cuando el gobierno decidió suspender la mezcla debido a consideraciones económicas. La medida fue parte de un esfuerzo para reducir el costo de los combustibles al consumidor, eliminando el biodiesel del cálculo del precio paridad de importación (PPI), una fórmula utilizada por el Poder Ejecutivo para fijar el precio mensual de los combustibles.

Sin embargo, en los últimos meses, el debate sobre la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia una matriz energética más sostenible ha ganado fuerza. La participación de Uruguay en foros internacionales, como el reciente 13º Encuentro Nacional de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos, ha demostrado un interés renovado en los biocombustibles.

El rol de Alur y las nuevas oportunidades Alur, el brazo de biocombustibles de Ancap, ha sido un actor clave en la producción de biodiesel en el país. En este sentido, su gerente general, Álvaro Lorenzo, señaló en el evento de la Mesa Tecnológica que la empresa mantiene toda su capacidad instalada para reactivar la producción de biodiesel si el gobierno decide volver a implementar la mezcla obligatoria.

Además, Alur ha estado explorando nuevas oportunidades en el campo de los combustibles sostenibles. Uno de los proyectos más prometedores es el estudio de factibilidad para producir diésel renovable y combustible de aviación sostenible (SAF) a través de una tecnología llamada hidrotratamiento de aceites vegetales (HEFA). Este proceso permitiría a Uruguay diversificar su producción de biocombustibles, no solo para el mercado interno, sino también para exportación.

Hace unos meses, Lorenzo había destacado que este proyecto, que podría alcanzar una capacidad tres veces mayor que la de la planta de biodiesel que posee Alur, procesaría 150.000 toneladas de materia prima, incluyendo canola, aceite usado de cocina y subproductos del etanol de maíz. Esto generaría aproximadamente 130.000 metros cúbicos de combustibles renovables, contribuyendo significativamente a la descarbonización del transporte aéreo y terrestre.

Un futuro incierto pero prometedor

A pesar de los avances en materia de biocombustibles, Uruguay enfrenta desafíos importantes para estabilizar el suministro de materias primas, en particular de oleaginosas como la canola. La producción local de estas materias es insuficiente para cubrir la demanda proyectada, y la falta de estabilidad en el área de cultivo podría limitar el crecimiento de la industria. No obstante, Alur ya ha comenzado a trabajar en proyectos de investigación para ampliar la producción de aceites vegetales a partir de cultivos alternativos como la pongamia, la camelina y la carinata, especies que podrían ser clave para el futuro de los biocombustibles en Uruguay.

Otra pieza importante en este rompecabezas es la capacidad de Uruguay para cumplir con las exigentes certificaciones internacionales necesarias para exportar biocombustibles, especialmente el SAF. Alur ya cuenta con certificaciones clave como el ISCC System y 2BSvs, lo que le permitiría competir en los mercados más exigentes del mundo. Sin embargo, la competencia es feroz, y países como Brasil y Argentina ya han avanzado significativamente en la producción y exportación de biocombustibles.

La decisión de volver a mezclar biodiesel: una apuesta por la sostenibilidad En este contexto, el regreso de la mezcla de biodiesel con gasoil emerge como una opción estratégica que permitiría a Uruguay avanzar en sus compromisos ambientales, reducir su dependencia de los combustibles fósiles y abrir nuevas oportunidades comerciales. Sin embargo, la decisión no es sencilla. Como señaló Lorenzo, la ruta hacia una mayor sostenibilidad energética tiene múltiples aristas, desde la disponibilidad de materias primas hasta los costos de producción y las demandas del mercado global.

El gobierno uruguayo, a través del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), ha puesto en consulta pública la posibilidad de aumentar gradualmente el porcentaje de bioetanol en las naftas, lo que refleja un cambio de mentalidad hacia el fomento de los agrocombustibles. Si esta consulta avanza de manera positiva, podría ser un primer paso hacia la reintroducción del biodiesel en la mezcla de gasoil.

¿Un paso hacia el futuro o un retorno al pasado? La posibilidad de que Uruguay vuelva a mezclar biodiesel con gasoil no solo representa una oportunidad para reducir las emisiones de carbono y fomentar la sostenibilidad, sino también un desafío que requerirá un compromiso firme por parte del gobierno, las empresas y los productores agrícolas. La decisión que tome Uruguay en los próximos meses será crucial para definir su futuro energético y su rol en la transición hacia una economía más verde.

El retorno del biodiesel, combinado con las nuevas tecnologías y proyectos en desarrollo, podría posicionar a Uruguay como un referente regional en la producción de combustibles renovables. Sin embargo, para que esto suceda, será necesario superar los obstáculos actuales y aprovechar las oportunidades que se presentan en el horizonte energético.

Fuente: Bioeconomia