Sumado al diésel que abastece el transporte por carretera brasileño, el biodiésel debería ganar espacio en el transporte fluvial a finales de esta década y podría representar alrededor del 16% de la demanda energética del modo hasta 2034, proyecta la Empresa de Investigación Energética (EPE).
Publicado la semana pasada, el apartado de Transportes del Plan Decenal Energético (PDE 2034) estima que la navegación de larga distancia, el cabotaje y la navegación interior deberían crecer una media del 3,2% anual (2024-2034), favorecidos principalmente por el aumento en el flujo de productos agrícolas, petróleo y mineral de hierro.
En este escenario, se espera que la demanda de energía aumente alrededor de un 2,9% anual, en medio del desafío de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la quema de combustibles.
“El cumplimiento de la normativa de la OMI (Organización Marítima Internacional) para la descarbonización del sector marítimo implicará la adopción de combustibles bajos en carbono para el abastecimiento de los buques. La demanda de combustible se complementará con mezclas de biodiesel (BX), lo que contribuirá a reducir las emisiones”, explica EPE.
El estudio enumera metanol, amoníaco, hidrógeno, diésel verde, electrificación y GNL entre las alternativas que también comenzarán a formar parte de esta matriz, aunque de forma marginal: se proyecta que el metanol represente el 2% del consumo y el amoníaco el 1%.
Así como medidas de eficiencia energética, como la recuperación del calor residual, y nuevas tecnologías, como motores que funcionan con más de un combustible, captura y almacenamiento de carbono (CAC), pilas de combustible y pequeños reactores (SMR).
Vigilando el biobunker
En Brasil, al menos tres empresas ya se están moviendo para ofrecer al mercado biocombustibles derivados del aceite de soja (y otras grasas) para el transporte acuático.
A finales de julio, Petrobras anunció la venta de los primeros cargamentos de combustible marino con una mezcla de 24% de biodiesel. El búnker recibió el nombre de VLS (siglas en inglés de muy bajo en azufre, ya que el biodiesel está exento) B24.
Disponible bajo demanda, el VLS B24 resulta de la mezcla de búnker de origen mineral con biodiesel de segunda generación, es decir, producido a partir de residuos agroindustriales, según Petrobras.
Recientemente, la productora de bioenergía Raízen también presentó una solicitud ante la ANP para vender diésel marino con el agregado de hasta un 24% de biodiesel, anticipó el eje PRO (servicio de suscripción exclusivo para empresas).
La danesa Bunker One es otra empresa que va en esta dirección.
En mayo, la comercializadora de combustible recibió la certificación internacional ISCC (International Sustainability & Carbon Certification) en dos categorías, abriendo el camino para la comercialización de biocombustibles producidos en Brasil para abastecer a los buques que realizan transporte de carga internacional.
Ahora, la búsqueda es de alianzas con productores brasileños para garantizar el acceso continuo a combustible certificado. La empresa forma parte del grupo danés Bunker Holding, que ya opera en el suministro de biobunkers en más de 80 puertos de todo el mundo.
Para Bunker One, mezclar hasta un 7% de biodiésel con diésel marino (B7) es uno de los caminos a seguir en la trayectoria de descarbonización de la flota naval. La idea es que el 100% de tu bunker sea B7.
Barcos bajos en carbono
A finales de septiembre, la Organización Marítima Internacional se reúne para definir regulaciones que puedan acelerar la descarbonización del transporte marítimo internacional con combustibles sostenibles.
En el horizonte se vislumbra un impuesto a las emisiones y la creación de un fondo destinado a igualar los costes de nuevas alternativas de suministro.
Responsable del 3% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, el sector ha invertido en derivados del hidrógeno con bajas emisiones de carbono, como el amoníaco y el metanol, para sustituir el consumo de combustibles fósiles.
Una encuesta de Citi muestra que, a día de hoy, ya se han iniciado en el mundo al menos 44 corredores verdes. Estas iniciativas buscan alentar a las empresas a crear empresas conjuntas y colaborar juntas, al tiempo que piden al sector público que apoye nuevas infraestructuras.
Estos corredores ya involucran a 171 partes interesadas, incluidas industrias, gobiernos, puertos y agencias reguladoras. Las fuentes de energía son diversas: metanol, amoníaco, electricidad y biocombustibles de segunda generación.
También según el mapeo, los pedidos de barcos con bajas emisiones de carbono están aumentando. Hasta el momento, hay 229 pedidos de buques propulsados por metanol, 346 por baterías/híbridos, 11 por amoníaco, 7 por energía nuclear, 22 por hidrógeno y 19 por biocombustibles.
Fuente: ejes