“MinAmbiente se le atraviesa a Ecopetrol en el campo de gas Komodo-1”), sino a pensar en la frase de Nietzsche: “la esperanza es en verdad el peor de los males, ya que prolonga los suplicios de los hombres”.
Según la mitología griega, Pandora fue la primera mujer, creada por orden de Zeus. Él mismo, furioso con Prometeo por haber robado el fuego para darlo a los humanos, presentó al hermano de este a Pandora, con quien se casó. El regalo de boda de Pandora fue una caja con advertencia de no abrirla, pudo más su curiosidad y lo hizo, dejando escapar todos los males del mundo. Quedó en el fondo solamente Elpis, la esperanza, único bien que los dioses habían metido. De ahí la expresión «La esperanza es lo último que se pierde».
Hace meses reseñé la disminución de reservas de gas a 6.1 años, reportada por la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Pero expliqué que ese número se calcula dividiendo las reservas disponibles al fin de cada año, entre el volumen producido en el mismo. Es decir, bajo la ficción de que el consumo permanece fijo a futuro. Pues bien, entre febrero y mayo experimentamos un intenso fenómeno del Niño, que secó las represas que surten a las hidroeléctricas, exigiendo el despacho de las plantas térmicas a gas. Los consumos fueron de los más altos en la historia del sector del gas, generando la necesidad de que dichas plantas lo importaran para evitar un apagón. “La planta de regasificación desempeñó un papel fundamental”, mencionó el presidente de la asociación de las generadoras. Tras sortear tan difícil etapa empezaron las alarmas, anunciando un déficit de gas natural en 2025 para atender la demanda nacional. Perdimos así la seguridad energética que disfrutábamos desde hace 50 años, cuando el presidente Alfonso López informó “la bendición de haber encontrado los campos de gas de La Guajira”, complementados luego con Cusiana y otros hallazgos. Coincide el cincuenteno, tristemente, con el detrimento de la autosuficiencia de gas en 2025 y se asoma el fantasma de la importación. No es un anatema, pero el conflicto Rusia-Ucrania dejó una dura lección a Europa: no se puede ceder la soberanía y autonomía energética a terceros. Se descartó ya la importación de Venezuela, porque, en palabras del ministro del ramo, no es viable “política, técnica y financieramente”. Importaremos, dice el presidente de Ecopetrol, gas de EE. UU., extraído con fracking, prohibido en Colombia. Lo pagaremos en dólares, a precios internacionales superiores al del gas local, que millones de usuarios asumiremos en la factura mensual. Activo valioso es en estos momentos la planta de regasificación, única en el país, que prestará sus servicios a todos los que importen, en estado líquido, el combustible que sirve a un 25% de la matriz energética.
Debemos recuperar la seguridad energética, pero los titulares de los medios no invitan al optimismo (“producción de gas natural en el Caribe se retrasará dos años más”, “MinAmbiente se le atraviesa a Ecopetrol en el campo de gas Komodo-1”), sino a pensar en la frase de Nietzsche: “la esperanza es en verdad el peor de los males, ya que prolonga los suplicios de los hombres”. En fin, esperemos el momento oportuno para abrir la caja de Pandora y sacar lo que quedó en su fondo: la esperanza, lo último que se pierde.
Fuente: El Heraldo