El país no se apagó por la disponibilidad y eficiencia de éstas, que trabajaron a máxima capacidad durante esos 3-4 meses. Pero para poder sostener su operación, debieron importar gas en estado liquido y regasificarlo en la única planta que tiene el país actualmente, de lo contrario el país se hubiera visto abocado a severos racionamientos.
Álea iacta est es una locución latina que significa “los dados están echados”, o, en español, “la suerte está echada”. En el año 49 A.C., Julio César tomó una difícil decisión, cruzar el río Rubicón, frontera entre la Galia e Italia, porque a ningún general le estaba permitido cruzarlo con ejército en armas. Aprovechando la noche, se reunió con sus tropas para cruzarlo, consciente de que era una declaración de guerra. Justo antes, pronunció su famosa frase para la historia: la suerte está echada (alea iacta est) y cruzó, generando una guerra civil para conseguir el poder por la fuerza. Invadió Italia y el Senado romano intuyó la imposibilidad de enfrentarlo, por lo que Pompeyo, su líder militar, huyó a Grecia y Oriente.

Recientemente conocimos el Informe de Reservas y Recursos 2023 emitido por la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Las conclusiones son muy preocupantes: las reservas disponibles de petróleo disminuyeron 5%, al pasar de 7.5 años a 7.1 años, y las de gas natural muestran una mayor caída, 15%, al pasar de 7.2 años a 6.1 años. Todo este deterioro se da en el transcurso de un año y por una única causa: ausencia de exploración en zonas nuevas y disminución de explotación en las zonas existentes, ante el desestimulo de estas actividades por parte de las autoridades competentes. La ANH realiza estos cálculos oficiales con base en un indicador de uso internacional: la relación Reservas/Producción (R/P). Es decir, divide el volumen de reservas disponibles al final de cada año, entre el volumen producido en ese mismo año. En el caso del gas, se dividieron 2,37 tera pies cúbicos de reservas remanentes, entre 386 producidas en 2023 (esta ecuación, a nivel mundial, arrojó hace poco 51 años de petróleo, 114 de carbón y 53 de gas, bajo la ficción de que los recursos pertenecieran a todos por igual). El índice genera una primera objeción, el factor R/P se calcula bajo la premisa de que se mantiene constante el nivel de producción del año de cálculo, relacionado directamente con el consumo interno.

Esto es fácilmente controvertible, las industrias, comercios, viviendas y vehículos consumen más gas cada año por el crecimiento natural de sus actividades y/o de la construcción de residencias. El factor mejoraría entonces, al adicionarle volumen al numerador; correcto, a las reservas, explorando y explotando. Analicemos un ejemplo muy reciente, crítico para la seguridad de la matriz energética del país. El primer cuatrimestre del año, Colombia estuvo fuertemente golpeada por el fenómeno del niño, uno de los más intensos y largos registrados. Vimos en las noticias imágenes de las represas -que alimentan a las plantas hidroeléctricas- totalmente secas, lo que obligó, y para eso esta diseñado el sistema nacional, a despachar a tope a las plantas térmicas a gas natural. El país no se apagó por la disponibilidad y eficiencia de éstas, que trabajaron a máxima capacidad durante esos 3-4 meses.

Pero para poder sostener su operación, debieron importar gas en estado liquido y regasificarlo en la única planta que tiene el país actualmente, de lo contrario el país se hubiera visto abocado a severos racionamientos. El gas nacional ya no es suficiente para atender las necesidades de estas plantas y, con el anuncio de la ANH, la situación se dificulta aún más. El gas importado es más caro que el gas nacional, amén de la dependencia de los precios internacionales y de otros países; componente delicado para sostener la soberanía energética, ya minada, y la seguridad energética, afectada también desde su propia definición por parte de la Agencia Internacional de Energía: “Disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía, a largo y corto plazo”. La ANH indica que nuestro país carece ya de disponibilidad en el corto plazo, 6 años no es nada en planeación energética, ni qué decir del largo plazo.

Estamos como Julio Cesar ante el Río Rubicón, “atormentados por las dudas”. Él tomó la decisión de cruzarlo y conquistar Italia y la gloria, mientras nosotros, ante un rio seco de gas, tendríamos que decir su famosa frase, Álea iacta est. No para buscar una victoria, si no como paremia que refleje resignación, ya que parece imposible modificar la situación y su desenlace: que el gas se acabe y genere graves consecuencias para las que no estamos preparados.

Fuente: El Heraldo