Según el Inesc, 80,9 mil millones de reales dejaron de entrar o salir de las arcas públicas en forma de subsidios a los fósiles otorgados por el gobierno federal el año pasado. El valor es un 20% superior al de 2021 (R$ 67,7 mil millones). Sin embargo, el volumen para financiar energías renovables fue de R$ 15,5 mil millones en 2022.
El estudio “Subsidios a las fuentes fósiles y renovables en Brasil (2018-2022): reformas para una transición energética justa”, muestra que el principal subsidio destinado a las empresas de energía fósil se obtiene a través de Repetro, un régimen aduanero especial para la exportación e importación de bienes. destinado a actividades de investigación y explotación de yacimientos de petróleo y gas natural.
Gracias a este mecanismo, el país no logró recaudar 12,2 mil millones de reales el año pasado. En cinco años (2018-2022), la cifra alcanzó R$ 159 mil millones. En el mismo período, los subsidios a las energías renovables crecieron de R$ 10 mil millones a R$ 15 mil millones.
También según el Inesc, datos de 2021 de la Receita Federal muestran que, entre las 10 mayores empresas cubiertas por el régimen, 8 son empresas extranjeras, que no aportan sumas que oscilan entre R$ 100 millones y R$ 900 millones, considerando únicamente las exenciones asociadas a el Impuesto sobre Productos Industrializados (IPI).
Proinfa por las fuentes renovables
Proinfa (Programa de Incentivos a Fuentes Alternativas de Energía Eléctrica), destaca el Inesc, es el mayor subsidio que incentiva las fuentes de energía renovables y, hasta la fecha, ha implementado más de 200 generadores de energía eléctrica en más de 100 municipios brasileños.
El estudio recuerda que casi el 48% de las subvenciones a la producción de fuentes renovables se financian a través de la factura eléctrica que pagan los consumidores. Es decir, las energías renovables, además de tener subvenciones cinco veces menores que las de origen fósil, todavía tienen una parte importante (46,4% del total) pagada por los consumidores, apunta Inesc.
En el caso de los subsidios a la industria del petróleo y el gas, el 43% de los impuestos y exenciones tributarias están dirigidos a las etapas de producción, y el 57% son subsidios otorgados al consumo.
A través de una nota, Cássio Cardoso Carvalho, asesor político del Inesc, analizó el resultado. "No es justo destinar los escasos recursos públicos de Brasil a empresas que explotan una fuente de energía que es responsable de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero que empeoran la crisis climática global", afirmó. Carvalho recuerda que 2023 fue el año más caluroso de la historia, lo que refuerza la urgencia de la transición energética de los combustibles fósiles a otras fuentes de energía.
Fuente: Exame