Una encuesta realizada por el Inpe (Instituto Nacional de Investigaciones Especiales) concluyó que, en plena zafra, la quema de campos de caña de azúcar en el oeste de São Paulo provocó una contaminación tan alta como la de una ciudad industrial como São José dos Campos.
La investigación desacreditó el mito de que el aire en el interior era más puro que en las ciudades industriales. Los incendios liberaron hollín y grandes cantidades de monóxido de carbono y ozono en las regiones cañeras, provocando graves enfermedades respiratorias.
El reportaje hizo mucho ruido entre los dueños del ingenio, quienes incluso pidieron mi cabeza a la dirección del periódico. En una carta enviada al Dr. Júlio de Mesquita Neto, entonces director responsable de Estadão, Sopral (Sociedad de Productores de Azúcar y Alcohol) dijo que no sabía si yo era "verde" o "roja".
Aunque conservador y alineado con el sector rural, el diario mantuvo su reportero "comunista". Además, salió en defensa de la mecanización de la cosecha de caña de azúcar en São Paulo, que en ese momento comenzaba a evolucionar. Nadie podía soportar respirar los gases tóxicos de la quema de caña de azúcar durante la temporada de cosecha y ver patios traseros y ropa en el tendedero cubierta de hollín.
En 2007, el gobierno del Estado de São Paulo y las usinas firmaron un protocolo de buenas prácticas agroambientales, lo que representó un gran salto hacia la mecanización de la cosecha.
Hoy, según una encuesta del IEA (Instituto de Economía Agrícola), la cosecha mecanizada ya alcanza el 97% de las áreas productoras de caña de azúcar en el Estado de São Paulo. Fue un gran paso adelante para la productividad y sostenibilidad del sector, aunque con un costo social muy alto, el despido de alrededor de 300.000 jornaleros que trabajaban en la zafra. Una cosechadora moderna reemplaza hasta 100 trabajadores cortando caña de azúcar.
En menos de 3 décadas, el sector sucroalcoholero logró dar la vuelta a la llave, pasando de enemigo número 1 del medio ambiente a un referente en sustentabilidad, tanto en el campo como en la industria. Prácticas como la preparación reducida del suelo, el manejo racional de la paja, la rotación de cultivos y el reciclaje de residuos orgánicos comenzaron a ser adoptadas por la mayoría de los ingenios y productores.
Un buen ejemplo fue la vinaza, un residuo tóxico resultante de la destilación del alcohol de caña de azúcar. Hace décadas, se vertía en ríos y manantiales, contaminando el agua y degradando los ecosistemas, hasta que los investigadores descubrieron su utilidad como fertilizante o aditivo para la alimentación animal.
Otros residuos, como el bagazo de caña de azúcar y la paja, producen bioelectricidad. En 2022, el sector sucroenergético produjo 18.400 GWh para la red, generación equivalente al 4% del consumo eléctrico anual en el año, capaz de atender a 9,3 millones de hogares.
Según Unica (Unión de la Industria de la Caña de Azúcar), esta producción equivale a una reducción de emisiones de CO2 estimada en 3,8 millones de toneladas, una marca que solo se alcanzaría con la siembra de 27 millones de árboles nativos alrededor de 20 años.
Pero el gran atractivo, que aseguró el éxito del etanol, fue la creación del automóvil flex fuel por parte de la industria automotriz brasileña. Antes de eso, el consumidor tenía que elegir entre comprar un auto a base de alcohol o gasolina y estar a merced de la volatilidad de los precios y la oferta de los combustibles.
Los de pelo blanco deben recordar la crisis de 1980, cuando faltaba alcohol en los surtidores y muchos conductores, principalmente taxistas, se quedaban sin combustible. Y muchas personas se quedaron atrapadas en los días más fríos del invierno cuando el automóvil alimentado con alcohol no arrancaba.
Con el lanzamiento del Gol 1.6 Total Flex de Volkswagen en 2003, los consumidores obtuvieron la opción de tener un automóvil capaz de funcionar con gasolina y/o etanol hidratado. Hoy, el 83% de los automóviles salen de las fábricas brasileñas con esta tecnología.
En junio de 2006, entrevisté al profesor José Goldemberg para la revista Agroanálisis, de la FGV, quien en ese momento era Secretario de Medio Ambiente de São Paulo. Reconocido físico, Goldemberg es un entusiasta de los biocombustibles brasileños, como el etanol y el biodiesel.
"El biocombustible es un éxito económico y ambiental y ha mejorado la calidad del aire en grandes ciudades como São Paulo. El etanol, al sustituir parte de la gasolina, evitó enfermedades y la muerte de miles de personas por problemas respiratorios", dijo el físico, recordando que quien alimenta el automóvil con etanol ayuda a reducir la contaminación y prestigia una solución que se desarrolla en el país.
En estas dos décadas del auto flex-fuel, desde 2003, el uso de etanol en el país evitó que se emitieran a la atmósfera más de 515 millones de toneladas de CO2 eq. Para lograr la misma economía de CO2eq sería necesario plantar más de 4 mil millones de árboles nativos en los próximos 20 años.
Pero esta historia no termina aquí, como advierte Evandro Gussi, CEO de Unica. Brasil puede ir más allá con el desarrollo de tecnologías que combinen etanol y electrificación, y etanol con hidrógeno verde, reduciendo aún más la huella de carbono. El 3 de abril, Toyota, Shell Brasil, Raízen, Hytron, la Universidad de São Paulo (USP), el Centro de Investigación para la Innovación en Gases de Efecto Invernadero (RCGI) y Senai anunciaron una asociación para contribuir a un proyecto de investigación que tiene como objetivo producir hidrógeno, el combustible del futuro, del etanol.
Sobre el autor Bruno Blecher, de 69 años, es periodista especializado en agronegocios y medio ambiente. Es socio propietario de Agência Fato Relevante. Trabajó para los principales diarios y revistas del país. Fue reportero del "Suplemento Agrícola" de O Estado de S. Paulo (1986-1990), editor de "Agrofolha" de Folha de S. Paulo (1990-2001), coordinador de periodismo de Canal Rural (2008), editor en -jefe de la revista Globo Rural (2011-2019) y comentarista de radio CBN (2011-2019). En 1987 creó el programa "Nova Terra" (Radio USP). Fue productor y presentador del podcast "EstudioAgro" (2019-2021).
Fuente: Poder 360