Parte de los esfuerzos se topa con la intermitencia de las llamadas nuevas fuentes renovables (eólica y solar fotovoltaica). Dependen de una energía que garantice la estabilidad del suministro. En este contexto, el gas natural juega un papel importante. Limpiador de energías fósiles, es un excelente sustituto del carbón y los fuelóleos y ha sido identificado como un "combustible de transición".
En Baixada Santista, por ejemplo, el gas natural fue decisivo para mejorar la calidad del aire en Cubatão, considerado el más contaminado del mundo en la década de 1980. Desde entonces, el mismo fenómeno ha ocurrido en el Estado de São Paulo, donde llegó el gas natural en 1988. El número de industrias atendidas pasó de cero a más de 1.770, con un volumen de 11 millones de metros cúbicos / día. Antes, una inmensa parte de esta producción se trasladaba a fuentes extremadamente contaminantes.
El potencial de sustitución sigue siendo relevante. En 2019, la industria nacional consumió alrededor de 1,3 millones de metros cúbicos de fuelóleos, según un estudio del BNDES.
Uno de los sectores que más podría beneficiarse es el transporte. En el extranjero, los Estados Unidos y varios países de Europa utilizan gas de manera intensiva para fines vehiculares.
En Portugal, es común ver autobuses municipales que utilizan gas natural en las calles de Lisboa u Oporto. En España, más de la mitad de la flota de dos mil autobuses de Madrid funciona con gas. Estas y otras medidas permitieron a la capital española escapar de las fuertes sanciones de la Unión Europea.
En Brasil, se pueden adoptar medidas similares. El suministro de gas doméstico está creciendo y debería duplicarse para 2030, según EPE. Desde el punto de vista de las políticas públicas, el uso de gas en el transporte de carga fue sugerido por el Ministerio de Minas y Energía, en 2019, como uno de los destinos del aumento de la oferta.
Hay una base para sustentar esta decisión: en 2019, un estudio científico del Centro de Investigación en Innovación del Gas (RCGI), con sede en la Universidad de São Paulo (Poli-USP), calculó que la adopción del gas natural en camiones, en sustitución del petróleo diésel, eliminaría las emisiones de hidrocarburos y reduciría las emisiones de CO2 equivalente hasta en un 5,2%, los óxidos de nitrógeno en un 75%; y 88% de material particulado, uno de los más dañinos para la salud.
En este escenario, Baixada Santista tiene una posición privilegiada como hub productor. Tiene 205 mil millones de metros cúbicos de reservas probadas de gas en la Cuenca de Santos, según la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles. Parte de este potencial se puede utilizar con el flujo de gas en campos marinos a unos 300km de Baixada Santista. Otro refuerzo será la terminal de regasificación de GNL, cuyas operaciones están programadas para comenzar en 2023. El proyecto debe conectar a Baixada con el mercado global de gas.
Todas estas iniciativas pueden contribuir a un plan nacional de seguridad energética. Después de todo, con la expansión de nuevas fuentes renovables (intermitentes), el gas natural juega un papel esencial para garantizar la resiliencia en el suministro de electricidad. En este camino de reducción de emisiones, por lo tanto, es vital que Brasil no pierda oportunidades, estableciendo medidas regulatorias que viabilicen las inversiones.
Fuente: TN Petróleo