El desarrollo de Vaca Muerta le da sustento al sueño de que Argentina pueda convertirse en un país exportador de gas, con peso en la región, pero para eso es necesario profundizar un proceso de industrialización que algunos actores ya vienen transitando, como Excelerate Energy Argentina y Galileo Technologies. Gabriela Aguilar, gerenta general de Excelerate Energy, y Osvaldo del Campo, presidente de Galileo, compartieron uno de los paneles del Energy Day, organizado por EconoJournal y TRAMA, para dar testimonio de sus experiencias y conversar sobre los desafíos que se le plantean a la Argentina en el sector energético.
Galileo desarrolló una tecnología que permite recuperar el gas y convertirlo en GNL, directamente desde la boca de pozo. Al transportar ese GNL en forma terrestre, posibilita conectar localidades o establecimientos industriales que no cuentan con gas natural. «Tenemos una flota de unidades de licuefacción que están operando en varios pozos en Mendoza y en Neuquén. Estamos produciendo GNL directamente a partir del pozo, que es obviamente el gas con menos restricciones y mejor ecuación económica que hay en el mercado», señala Del Campo. «Creemos firmemente en el mercado regional de GNL. Entendemos que el mundo está atravesando una coyuntura bastante compleja. Hay sobreoferta en algunos mercados, mientras que gran parte de la región tiene una demanda insatisfecha muy grande. Me refiero, por ejemplo, al sur de Brasil, Uruguay y Chile. En todos esos lugares nuestra red de flotas está empezando a abastecer este tipo de mercados. Es decir que salimos desde puntos que están fuera del sistema y vamos hasta clientes que también están fuera del sistema», agrega.
Desde hace poco más de un año, Excelerate viene trabajando junto con Transportadora Gas del Sur (TGS) para desarrollar una terminal modular de licuefacción en el puerto de Bahía Blanca. Actualmente, el proyecto se encuentra en una etapa de análisis técnico y para su viabilización mucho tendrá que ver lo que ocurra en el mercado de gas en los próximos meses. «Antes de la pandemia, el precio del GNL ya estaba atravesando una coyuntura de valores muy inferiores a los que supimos tener en otros tiempos. De todos modos, percibimos que los precios se están recuperando, lo mismo que la demanda. Pero la realidad es que vamos a ver precios globales en el GNL de entre u$s 5 y 7 en los próximos años, lo cual hace que la toma de decisión para el desarrollo de proyectos de licuefacción tenga que ser muy bien analizada, ya que queda un margen de ganancia muy estrecho para el productor y para industrializar ese gas natural», indica Aguilar.
Otro elemento que, según ella, pesa a la hora de poner en marcha este proyecto conjunto con TGS está vinculado con la necesidad de lograr una estabilidad en la demanda de GNL. «La estacionalidad que presenta Argentina con respecto a la demanda hace que el productor tenga dificultades para mantener un perfil de producción estable durante todo el año. Tenemos que ver qué solución le podemos brindar al productor en este sentido. Porque el hecho de no encontrar un mercado durante el verano hace que el precio se canibalice y genere un efecto cascada negativo en cuanto a los ingresos a nivel nacional y provincial, en referencia a las regalías derivadas. Por lo tanto, lo primero que hay que buscar es una solución de estabilidad de producción a lo largo de todo el año», considera la ejecutiva de Excelerate.
Precisamente, Del Campo destaca que la utilización de tecnologías como la que viene desarrollando Galileo aporta soluciones hacia una confluencia de precios. «Realmente es muy importante que los precios tiendan a confluir con los valores internacionales y creo que esto solo se va a dar a través de volúmenes constantes en el año. Porque está claro que si el productor tiene que atender solo la demanda de invierno se le hace muy difícil reducir los costos. Pero si la demanda tiende a ser plana, como lo es el transporte que estamos promoviendo nosotros, esto de alguna manera va a acercar posiciones y va a permitir un gas natural que confluya hacia valores internacionales», afirma.
Con respecto a las razones que llevaron a Galileo a producir la licuefacción en boca de pozo, Del Campo enumera una serie de factores. «Hay pozos descubiertos que nunca se pudieron poner en producción por su lejanía con los gasoductos más cercanos. Con nuestra tecnología les permitimos a las petroleras monetizar el gas de esos pozos, que de otra manera tendrían valor cero. La segunda cuestión tiene que ver con las emisiones. El flaring del gas asociado cada vez es menos tolerado por el mundo. Por eso a varios productores les estamos licuando el gas en la boca del pozo para evitar el venteo de ese gas. Después, ese GNL termina en aplicaciones de consumos propios o, en algunos casos, es reinyectado en el ducto. Este gasoducto virtual que nosotros desarrollamos como concepto es una extensión de los gasoductos. Se pueden conectar dos puntas que están totalmente fuera del sistema o una punta que está fuera del sistema con el sistema en sí mismo. Abre un abanico complementario de toda la infraestructura que ya existe en el país», sostiene Del Campo.
De todos modos, el presidente de Galileo reconoce que todavía queda un largo trecho por recorrer para expandir la producción y el transporte del gas licuado. «El desarrollo del GNL es una experiencia y, por ende, nos enseñó muchas cosas que hay que ir mejorando. En todo lo que tiene que ver con vehículos de potencia intensiva, el GNL abre un montón de alternativas. Y lo que estamos haciendo es tratar de que el GNL tenga el trato que los profesionales de este tipo de combustibles necesitan, que tiene que ver con una predictibilidad en los puntos de abastecimiento. En ese sentido, estamos por lanzar un programa de gran cantidad de estaciones de GNL en todo el país, y fundamentalmente soluciones vehiculares concebidas desde fábrica para el uso de GNL. Entonces hoy en el mercado se pueden conseguir hasta cinco fabricantes de camiones que están ofreciendo vehículos ya nacidos como GNL, testeados en todo el mundo, con un alto nivel de confiabilidad. La combinación de ahorro, con disponibilidad de puntos de carga, con soluciones de vehículos confiables y eficientes va a lograr una masificación del GNL», asegura Del Campo.
Para el titular de Galileo, el desarrollo del gas depende, en gran parte, de lograr una expansión regional. «Hay que pensar en un corredor bioceánico y en la demanda de transporte que hay en toda la región. Y eso incluye la hidrovía. Hay un programa muy grande que está motorizándose a partir de los actores de la industria naval y de un rol importante del Gobierno en tratar de que la hidrovía pueda mutar hacia el uso del GNL», señala.
La importación como complemento
Excelerate desarrolló la terminal de GNL de Bahía Blanca en 2008 y la de Escobar en 2011. Desde entonces, la compañía se convirtió en un jugador clave en la comercialización del GNL. Desde ese lugar, Aguilar trata de superar las visiones maniqueas que ven la importación de este fluido como «un fracaso de las políticas energéticas» y su exportación como una muestra de «soberanía energética». «La importación de GNL tiene que ver con un acto económico», señala. «Esto es no tener que producir moléculas y adecuar una capacidad de transporte que es solamente para una utilización de 30 ó 45 días, cuando por una cuestión estacional atravesamos el pico de demanda. Por lo tanto, no hay que confundir lo que es la importación de GNL con las capacidades y cuál es el precio óptimo y más eficiente para Argentina ante demandas crecientes de gas natural», añade.
En ese sentido, Aguilar entiende que la importación de GNL no es contraria al desarrollo del gas natural, sino que ambas cuestiones deben darse en paralelo. «Argentina tiene que desarrollar el máximo potencial de gas posible, tanto para demanda interna como para la exportación de forma sustentable. La ecuación óptima sería una exportación sustentable todo el año y recurrir a la importación, si se necesita en algún momento. Esto tiene que ver con la sustitución de combustibles. Porque si no vamos a contar con un barco de regasificación pero sí vamos a consumir combustibles líquidos, allí si se produce una mala decisión estratégica. Es lo que sucedió este año y el año pasado. Por no contar con un barco regasificador, se consumieron cantidades muy crecientes de combustibles líquidos, que claramente son más caros y más contaminantes desde el punto de vista ambiental», afirma.
Excelerate tiene hecho un estudio que muestra que por haber importado GNL a través de los barcos regasificadores en lugar de consumir combustibles líquidos, el país se ahorró entre 2008 y 2019 u$s 12.000 millones. «Para rebatir estos números, me han dicho algunas veces que la producción de Vaca Muerta permitió ahorros en la importación del GNL también en el orden de los u$s 12.000 millones. Creo que esta situación refleja claramente lo que muchas veces nos pasa a los argentinos: todo tiene que ser blanco o negro. Y la realidad es que ambas situaciones se complementan. La confluencia de tener un barco regasificador o importaciones de GNL para momentos críticos del invierno, sumado al desarrollo sostenido de Vaca Muerta, permitió ahorros globales de casi u$s 25.000 millones. Entonces me parece que Argentina tiene que empezar a pensar de esa manera, como se lo piensa globalmente. El costo no tiene ideología. Tiene que ver con cuál es el costo más eficiente para el bien de un país. Creo que el desarrollo de Vaca Muerta, combinado con la importación de moléculas de gas que son más baratas en términos de eficiencia para el país, genera una productividad imbatible. Y eso es lo que permitiría tener un largo plazo en la exportación. Que se pueda hacer un contrato de largo plazo con un cliente internacional, que espera tener una oferta de GNL constante todo el año», indica Aguilar.
Del Campo comparte la visión de la ejecutiva de Excelerate y entiende que es necesario superar los falsos debates. «Acá hay un elemento que es básico y fundamental, y tiene que ver con lograr que el mercado de gas se incremente. Si conseguimos eso, le vamos a poder dar estabilidad al productor y de esa manera vamos a poder empezar a producir más. Si pensamos que una es buena y la otra es mala, y viceversa, vamos a estar siempre en el mismo loop y sin resolver el desafío principal, que es que el consumidor necesita previsibilidad y precios bajos y que el productor necesita predictibilidad y estabilidad en los consumos. Todo eso se da con una torta más grande. Nuestro objetivo en la industria tiene que ser agrandar el consumo, no importa con qué origen se tiene ese gas. Pero en la medida en que exista un consumo estable, el productor va a tener más incentivo de producir más, ofertar más y competir con el GNL importado», concluye.
Fuente: EconoJournal