“Las energías fósiles siguen dominando pero la dinámica va claramente hacia las energías renovables eléctricas”, resume Nicolas Berhmans, investigador del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI).
En especial, la energía solar fotovoltaica experimentó un fuerte crecimiento en los últimos años: pasó de 217 gigavatios (GW) de capacidades instaladas en el mundo en 2015 a 578 GW el año pasado, según la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA).
Y este año, mientras que las energías fósiles se hundían, casi el 90% de las nuevas capacidades de producción se creó con energías renovables, impulsadas por la energía solar, eólica e hidroeléctrica, especialmente en Estados Unidos y China. Estas nuevas capacidades deberán alcanzar un nuevo récord de 200 GW, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Las energías renovables deberán convertirse en 2025 en la primera fuente de producción eléctrica en el mundo, por delante del carbón, según la agencia.
“No hemos visto una fuerte alteración durante la crisis en el desarrollo de las energías renovables eléctricas y puede deberse a la disminución de los costes, que las hacen competitivas, pero también al apoyo público que se ha mantenido”, subraya Nicolas Berghmans.
Este apoyo incluso se acentuó en algunos países con planes de recuperación económica, que pretenden ser virtuosos desde un punto de vista medioambiental.
El petróleo, un rey amenazado
Las energías fósiles, emisoras de CO2, aún dominan en gran medida el paisaje energético mundial. Entre ellas, el petróleo representó el año pasado el 33% de la mezcla energética mundial, en el primer puesto, según el estudio de referencia de BP.
El petróleo sigue siendo esencial en el sector del transporte, además de sus otros usos industriales como la fabricación de plástico.
Pero la pandemia del covid-19, que ha desacelerado la actividad en todo el mundo y detuvo prácticamente el transporte aéreo, le atestó un duro golpe.
La AIE espera que la demanda mundial caiga en 8,8 millones de barriles por día (mbd) este año, hasta un total de 91,3 mbd. Los precios también se desplomaron, lo que puso fin a algunos costosos proyectos de exploración y producción.
Aunque se espera que la demanda repunte el año que viene, los expertos están divididos en cuanto a las perspectivas del petróleo para el futuro cercano. Algunos estiman que ya se ha superado un pico de la demanda mientras que los países productores de la OPEP piensan que la demanda seguirá aumentando hasta 2040, impulsada por los países emergentes.
“Estamos en un punto de inflexión”, considera Nicolas Berghmans, pues “no podemos esperar grandes transformaciones en el sector del transporte en los diez próximos años”.
El vehículo eléctrico también progresa, con el precio de las baterías a la baja, pero también con la prohibición de la venta de vehículos de motor térmico previstas en algunos países.
Los coches eléctricos representaron el 2,6% de las ventas mundiales y el 1% de la flota el año pasado, un alza del 40% en un año, según la AIE.
Carbón, gas: destinos divergentes
El carbón sigue siendo la segunda energía en el mundo pese a su muy negativo impacto para el clima y la calidad del aire. Aún se utiliza ampliamente para producir electricidad.
Sin embargo, está en descenso. Este año, la AIE prevé una caída de la demanda del 7% debido a la crisis. El repunte esperado en los próximos años no le permitirá volver a los niveles del año pasado, pues el pico ya se ha superado.
El gas natural, que emite CO2 pero menos que el petróleo y que el carbón, se encuentra por su parte en una línea ascendente a medio plazo. En especial, se beneficia de una demanda al alza en China e India, donde a veces se usa para remplazar al carbón. Pese a un desplome de la demanda de gas este año, la AIE prevé un crecimiento anual promedio del 1,5% para el periodo 2019-2025.
Fuente: Agencias