Un año atrás, Shell estaba convencida de prosperar a través de la transición energética. Primera major de energía en delinear objetivos de reducción de emisiones, planeó aumentar lentamente el gasto en tecnologías bajas en carbono, al tiempo que mantiene sus negocios de petróleo y gas,

ya que prometió u$s 125.000 millones en pagos a sus inversores en los próximos años.

Desde entonces, el grupo angloholandés se vio obligado a realizar movimientos previamente impensables: suspendió la recompra de acciones, ajustó el gasto y recortó sus dividendos por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, una vez que la pandemia golpeó sus ganancias. Sus acciones se redujeron a más de la mitad y sus rivales se pusieron al día con los mensajes climáticos.

"Todo lo que Shell está pensando es en cómo mantenemos nuestra posición como líderes del mercado en todos los sentidos, desde la acción climática hasta la competitividad en el sector del petróleo y el gas", dijo una fuente de la empresa. "El miedo es que pasemos de ser un líder a un rezagado".

Semanas atrás, Shell ofreció un vistazo de Project Reshape, una reestructuración en la que se eliminarán hasta 9000 de sus 83.000 empleos para ahorrar u$s 2500 millones al año. "Nuestro negocio tradicional estará más enfocado", dijo Ben van Beurden, el CEO. "Tenemos que ser una organización más simple, más ágil, más competitiva y más ágil".

Shell dijo que una mayor eficiencia y métodos de trabajo más simples le permitieron reducir en un 40% este año los gastos en su negocio de shale en los Estados Unidos. Ahora, está buscando replicar esto en otras partes de la empresa. Si bien el petróleo seguirá siendo un generador de efectivo crucial y la empresa planea expandir su negocio de gas, Shell usará este efectivo para realizar movimientos más importantes en áreas químicas y con bajas emisiones de carbono. Participa en el comercio de energía, biocombustibles y desarrollo solar, y es líder en el sector emergente del hidrógeno.

"Sin embargo, no es suficiente. Todo debe acelerarse ", dijo Van Beurden. "Nuestras inversiones bajas en carbono aumentarán significativamente con el tiempo". Shell develó que pondría a la venta al menos cinco de sus 15 refinerías. "Todo el mundo sabe que, si estás en upstream, ahí es donde vendrán los recortes", deslizó otra fuente de Shell. "Son sólo los tipos de nuevas energías los que ven recibir efectivo", agregó.

Los inversores exigieron más claridad. Después del recorte de dos tercios del dividendo de Shell en abril, los ejecutivos no pudieron explicar cómo cambiarían los planes de asignación de capital y qué significaba esto para sus proyectos de transición energética. Enfrentó críticas similares después de su anuncio en julio de supuestos de precios de energía más bajos a largo plazo y casi u$s 17.000 millones en deterioros.

Los ejecutivos petroleros europeos dicen que, si sus inversiones en energías renovables son bajas en comparación con sus operaciones de combustibles fósiles, no obtendrán el reconocimiento de los ambientalistas e inversores éticos que creen que merecen. Las caídas en los precios de las acciones de sus empresas dejan en claro que no serán recompensados sólo por la intención. Pero, si invierten mucho, sufrirán financieramente, ya que llevará años ampliar estos negocios.

Los analistas de energía dijeron que la decisión de BP de reducir su producción de petróleo y gas en un 40% para 2030 ejercerá una mayor presión sobre Shell para que siga su ejemplo, algo que Van Beurden se resiste a hacer. Su "mayor arrepentimiento", le dijo al FT el año pasado, sería abandonar prematuramente el negocio del petróleo. Dos tercios del flujo de caja libre de Shell estuvo tradicionalmente ligado a esa actividad y Van Beurden dijo recientemente que el oil & gas seguirían estando entre los productos que Shell vende en 2050.

Fuente: Cronista