La discusión sobre cómo sumar nuevas reservas de petróleo y gas que garanticen el autoabastecimiento está copando buena parte de la agenda energética, ya sea con fracking, yacimientos convencionales o campos offshore.
Como quien dice, a veces los árboles no dejan ver el bosque.

Pero hay una buena noticia: en medio de la discusión, una empresa se alista para resolver uno de los mayores desafíos. Se trata de construir el tubo que conecte los nuevos yacimientos en Córdoba y Sucre, desde la estación Jobo hacia el centro del país en el punto llamado Transmetano. Este garantizará el suministro de gas a mediano plazo, cuando se agoten los yacimientos en La Guajira y los Llanos, que hoy ya declinan.

Al frente de esta iniciativa está Promigas, una de las mayores empresas de infraestructura energética. La compañía caribeña planea construir el nuevo gasoducto que conectaría la nueva zona productora del valle inferior del Magdalena con el suroriente de Antioquia. De allí se interconectaría con la red de gasoductos que abastecen el centro del país y responden por el 62 por ciento de la demanda nacional. Eric Flesch, presidente de Promigas, explica que esta obra costará aproximadamente 400 millones de dólares con un trazado de 300 kilómetros y tubería de 20 pulgadas. Su construcción tomaría 48 meses y generaría 1.500 empleos directos.

Llama la atención que Promigas acude por primera vez a una figura reglamentada hace tres años, denominada open season. Esta plantea desarrollar obras a partir del interés que expresen los clientes ubicados a cada lado del tubo: los productores de gas y las empresas que lo distribuyen a hogares e industria. “Esperamos poner de acuerdo la demanda y el consumo con la producción”, dice Flesch.

La empresa abrió una convocatoria que le permitirá conocer el interés real en el gasoducto. El proceso incluye en las próximas semanas las fases de comentarios de las bases, precalificación de interesados y asignación de capacidad, todo para terminar en diciembre con la firma de los contratos de transporte. La iniciativa recogerá la necesidad del mercado y su desarrollo. Aunque lo reglamenta la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), no exige intervención del Estado para definir la tarifa, que acuerdan los privados.

También romperá uno de los principales cuellos de botella del sector: la falta de tubería de transporte en la nueva zona de producción del valle inferior del Magdalena. Allí está el 20 por ciento de las reservas del país, pero los productores no las explotan a cabalidad porque no hay transporte. Y los transportadores a su vez no hacen gasoductos porque no saben si habrá suficiente demanda. Mientras tanto, suena la alarma que indica que con la infraestructura actual se acaba la autosuficiencia en gas disponible. Las empresas distribuidoras ya han expresado su preocupación y piden solucionar pronto el problema.

Las reservas probadas de gas del país, según el Ministerio de Minas, alcanzan para ocho años. Buena parte de ellas proceden de Ballenas, en La Guajira o de campos de Cusiana y Cupiagua, en los Llanos, y cuentan con una infraestructura de transporte adecuada. Pero todo indica que, debido a la declinación natural, habrá que reemplazarlas con las del valle inferior del Magdalena. Y ahí cobra importancia la nueva infraestructura que planea construir Promigas.

Además de la iniciativa de esta empresa, existe otro proyecto para conectar Jobo, cerca de los yacimientos gasíferos, con una estación en Antioquia que lleva gas a través de EPM a Medellín. Sin embargo, uno de sus principales inconvenientes es su trazado, por el nudo de Paramillo, que podría resultar más costoso ambiental y económicamente.

La carrera por conectar a los productores de las nuevas zonas de explotación gasífera del país con el creciente consumo del interior ya comenzó. Y las apuestas en materia de inversión son millonarias. Solo falta que productores y consumidores lleguen a un acuerdo para hacer realidad esta nueva megainversión.

Fuente: Semana