Un informe publicado por el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés) afirma que el colapso de los precios por la pandemia puede ser “la gota que rebalse el vaso”.

“Los planes de explotación de las reservas de esquisto de Argentina se tambalearán más sin inversión privada”, sostiene un informe sobre la situación de Vaca Muerta publicado esta semana. El trabajo fue elaborado por Kathy Hipple y Tom Sanzillo, del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés), con sede en Ohio, Estados Unidos. Tras un seguimiento de la actividad de las empresas de petróleo y gas que explotan la formación de shale en la cuenca neuquina, el análisis constata que al menos 7 de las empresas más importantes están dando marcha atrás con sus inversiones.

En su informe los autores sostienen que la explotación de Vaca Muerta fue lenta incluso antes del desplome de la demanda producto de la pandemia, en comparación con otras cuencas de shale a nivel mundial. El ritmo de esa explotación dependió de una limitada inversión extranjera, y de sustanciales subsidios estatales.

El IEEFA publicó en marzo un informe en el que sostuvo que si se toma el desempeño de 34 de los principales “frackers” de Estados Unidos, el flujo de caja durante los últimos 10 años fue siempre negativo, gastando USD 189 mil millones más de lo que generaron al vender petróleo y gas, gracias al endeudamiento a tasas bajas. En su trabajo sobre Vaca Muerta, concluyen que “la administración de Fernández (...) puede aprender del fracaso de la fracturación hidráulica en la Cuenca Pérmica y evitar el ciclo de auge y caída que cada vez más parece más de caída que de auge”.

El escenario pre pandemia

El informe parte de definir que ya en 2019 se habían truncado los “ambiciosos planes” de duplicar la producción de petróleo y gas en cinco años esbozados por el macrismo en el “Plan Energético Argentino” de 2018. Dos fueron los hechos que determinaron esta dinámica: la reinterpretación de la resolución 46, limitando los millonarios subsidios al gas no convencional en el marco del ajuste fiscal ordenado por el FMI; y el congelamiento de tarifas de combustibles y del barril de petróleo decretado como manotazo de ahogado por Macri tras la derrota en las elecciones primarias de agosto.

Las petroleras pisaron el freno y redujeron la cantidad de nuevos pozos, aunque la producción siguiera aumentando “por inercia”. La inversión estimada para 2019 era de USD 4.940 millones, superior a los USD 3.990 millones de 2018, pero es probable que la inversión real haya sido mucho más baja.

Para enero de 2020, la empresa NCS Multistage sostenía que la cantidad de etapas de fractura era un 18,5% menor que en ese mismo mes de 2019. Las petroleras venían a puro lobby, y de hecho en menos de un mes gobierno de Fernández consiguieron tres favores: la reducción de las retenciones a las exportaciones, la disminución de los montos a pagar en concepto de regalías una vez descontadas esas retenciones, y la flexibilización del cepo cambiario para permitir a las empresas el giro de divisas al exterior por un monto equivalente al 30% de sus inversiones. El gobierno prometía una ley con nuevos beneficios, tras la negociación con los bonistas. Pero en eso llegó la pandemia.

El desplome de la demanda y la caída de los precios abrió un panorama incierto para el sector. La consultora IHS Markit modificó su previsión para la producción no convencional en Argentina durante el 2020 de 130.000 a 90.000 barriles por día, por debajo de la producción de 2019.

Un importante ajuste en las inversiones previstas

El informe analiza los ajustes en los planes de inversión de 7 empresas.

YPF S.A.: la sociedad anónima con mayoría accionaria estatal, es la mayor productora del país. En marzo anunció reducciones de las inversiones en activo fijo de toda la empresa y dijo que tenía previsto invertir USD 2.800 millones, lo que supone una reducción de más de USD 750 millones con respecto a 2019. En mayo anunció “disciplina financiera” y una “reducción significativa” en los gastos de explotación y en la inversión en activos fijos.

Chevron: la multinacional yanqui que entró a Vaca Muerta asociada a YPF anunció una reducción de su inversión en capital fijo de USD 2.000. De ese recorte, USD 500 millones serán en producción no convencional, incluyendo “no sólo Permian (EEUU), sino también Argentina y Canadá”.

Vista Oil & Gas: la empresa fundada por el “mago” Galuccio, ex-CEO de YPF bajo el gobierno de CFK, se convirtió en la quinta productora de petróleo del país. Tenía previsto gastar USD 227 millones en el fracking en Neuquén. Anunció una reducción de entre el 50% y el 65% de esa inversión.

Otras empresas no anunciaron planes concretos de reducción de las inversiones en la región, pero sí indicaron recortes a nivel global, incluyendo los no convencionales. La anglo holandesa Shell, que compró una participación de Schlumberger en un bloque de Vaca Muerta en enero, dijo que reduciría la inversión global en más de USD 5.000 millones. ExxonMobil anunció una reducción del 30% de la inversión global. Pan American Energy, controlada por la inglesa BP junto a Bridas (de la china CNOOC y los Bulgheroni) tenía previsto una inversión en capital fijo de 400 millones de dólares para Vaca Muerta, pero BP recortó USD 3.000 millones de dólares, de los cuales 1.000 corresponden a producción no convencional. La francesa Total, también anunció recortes significativos.

El lobby no para

La publicación da cuenta de la presión que persiste por parte de las multinacionales para lograr mayores incentivos para la producción.

Desde que en 2013 el pacto con cláusulas secretas entre YPF S.A. y la yanqui Chevron marcó la línea de partida para la carrera no convencional, las petroleras no hicieron más que conquistar beneficios. Si en EEUU el fracking se financió con endeudamiento, en Argentina la generosidad del estado fue clave, por medio de leyes, decretos, convenios y resoluciones que establecieron subsidios, exenciones impositivas, precios diferenciales, flexibilización laboral, etc. Una historia de entrega y saqueo en la que no hubo grieta.

El gobierno de Fernández no viene siendo la excepción. Aún cuando pateó para adelante el armado de una nueva ley, el presidente sigue levantando la idea de que Vaca Muerta es clave para generar las divisas para pagar la deuda externa.

En el terreno de los “costos salariales” avaló las rebajas más altas de todo el país a los trabajadores, pero sin que eso impidiera bancarles a las empresas el pago de la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Respondiendo al reclamo de las productoras, estableció un precio sostén de USD 45 por barril (cuando el precio internacional era diez dólares menor) y retenciones 0% mientras la medida tenga vigencia. Ahora se encuentra en medio de una negociación con PAE, Total, Tecpetrol, Pluspetrol, Pampa Energía, Wintershall y CGC, para terminar de definir el “Plan Gas 4”, un nuevo capítulo en la trama interminable de subsidios.

El informe de IEEFA sostiene que debido al deterioro de la situación fiscal las subvenciones estatales han ido desapareciendo. Sin embargo, en los últimos días, en plena crisis, el gobierno anunció que pagará $18.500 millones en subsidios atrasados a las empresas productoras de gas. La principal beneficiaria es Tecpetrol, de Paolo Rocca. Ya cobró $1.900 millones y espera cobrar $11.400 millones más en las próximas semanas. Tecpetrol llegó a recibir más del 50% de los subsidios al gas no convencional bajo el gobierno de Macri, mientras por la otra puerta fugaba USD 93 millones.

Rocca fue calificado como “miserable” meses atrás por el propio presidente. Pero el lobby es más fuerte.

Fuente: Izquierda Diario - Argentina