La producción de soya llegó a los 1,9 millones de toneladas; la industria no cerró el pago del grano con los productores. Hay iliquidez en el sector productivo
EL DEBER

Las cosechadoras terminaron de levantar hasta el último grano de soya del campo cruceño. Fue una cosecha silenciosa y llena de sinsabores, debido a la cuarentena por coronavirus que existe en el país. Sequía y lluvias marcaron la campaña de verano, que culminó oficialmente en abril. Si bien toda la superficie fue recolectada, tanto los productores como las industrias no llegaron a un acuerdo por el precio del ‘grano de oro’: el motivo es la baja cotización en las bolsas externas y la regulación interna sobre subproductos del commodity.

Después de 14 años de restricciones, en enero de este año el Gobierno de Jeanine Áñez emitió un decreto supremo que liberaba las exportaciones del sector agroindustrial. Bajo el régimen de Evo Morales, las ventas externas del sector productivo fueron reguladas e incluso se fijaron precios para el mercado interno para algunos subproductos como la harina de soya y cascarilla, insumos indispensables para sectores ligados a la pecuaria.

Lea la noticia