El hipertransitado estrecho de Singapur, por donde habitualmente pasa cerca de un tercio del comercio mundial, tiene nuevos ocupantes: docenas de superpetroleros anclados en sus aguas con el único propósito de almacenar, hasta nueva orden,
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millones de toneladas de crudo que no encuentran comprador.

La pérdida de casi la tercera parte de la demanda petrolera debido a la pandemia de la covid-19 ha ido rebasando la capacidad de almacenamiento en tierra firme, provocando el traslado de cantidades récord del combustible al mar, donde las flotas disponibles para atesorarlo también están a punto de agotarse.

Más de 175 millones de barriles de crudo estaban ya en los llamados “depósitos flotantes” a finales de abril, casi el doble que el mes anterior, según estima la consultora IHS Markit. Se trata de una cantidad histórica, que supera a la de 2009, cuando alrededor de 100 millones de barriles se almacenaron en el mar a la espera de que los precios se recuperaran tras la debacle económica surgida el año anterior. El mismo razonamiento que, ante el escenario actual de desplomes en los precios del crudo, ha propiciado que se alquilen 130 superpetroleros y Suezmax —los buques de dimensiones aptas para transitar por el canal de Suez— en los que apilar el carburante hasta que los mercados vayan recuperándose del mazazo.

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