Maryluz Mejía de Pumarejo - Presidente Ejecutiva de Acodal
Pongámonos en pleno contexto actual y veamos cómo el presupuesto nacional de este año, que se calculó sobre unos precios de barril del orden de 60 dólares, enfrenta hoy una caída prácticamente a la mitad por cuenta del coronavirus y la guerra de productores.
Es evidente la necesidad de fortalecer y diversificar la exploración y explotación de hidrocarburos en un país como Colombia, en la que estos aportan del orden de 60% de la canasta exportadora, eso sí, con un fracking, llevado a cabo con toda la rigurosidad.
El decreto 328 plantea que se deberá cumplir con distintas etapas, donde toda la cadena interesada debe tener muy puestos sus ojos sentidos, para que la implementación de estos pilotos de fracking se desarrollen adecuadamente.
Esta normatividad parte de una línea base de condiciones iniciales ambientales, sociales, económicas y de salud, previa a las intervenciones que se originen de proyectos piloto de investigación integral, sobre un espacio determinado del territorio nacional.
Además, se establece allí la utilización de tecnología de mínimo impacto, que consiste en un conjunto de instrumentos, métodos y técnicas empleados durante la ejecución Proyectos Piloto de Investigación, de tal manera que minimice la afectación al medio ambiente y a la comunidad de influencia los proyectos.
Desde Acodal hemos identificado en el decreto 328 requisitos ambientales consistentes, lo cual se especifica de la siguiente forma en el documento: “los Proyectos Piloto de Investigación Integral (PPII), sobre Yacimientos No Convencionales de hidrocarburos con la utilización de la técnica de Fracturamiento Hidráulico Multietapa con Perforación Horizontal, estarán sujetos a la expedición de la licencia ambiental correspondiente, para lo cual el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en el marco de sus competencias, expedirá los términos de referencia, sin perjuicio de la aplicación de los principios ambientales de que trata la Ley 99 de 1993”. Con este punto se deja blindado el cuidado del ambiente y los recursos hídricos durante la implementación de esta técnica de explotación de hidrocarburos.
El solo pensar que el país puede pasar de tener reservas probadas de petróleo de yacimientos convencionales de 2.466 a reservas potenciales de petróleo y gas de yacimientos no convencionales de 7.400 millones de barriles (MBOE) solo en la cuenca del Valle Medio del Magdalena, obliga a reflexionar sobre incidencia futura de los hidrocarburos en la macroeconomía. No podemos dejarnos morir de hambre teniendo la nevera llena.
No sobra advertir, además, que aceptando todas recomendaciones y aplicando toda la rigurosidad del caso en la implementación del fracking, más temprano que tarde, se refuerza aún más la necesidad de la creación de una Agencia Nacional del Agua propuesta que Acodal ha defendido durante la última década.