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El pasado julio el Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a echar un jarro de agua fría sobre América Latina y el Caribe. La economía regional sucumbirá un año más a la cada vez más persistente desaceleración mundial y crecerá apenas un 0,6% en 2019, la tasa más baja desde 2016. En enero las proyecciones del organismo situaban el aumento del PIB en el 1,1%. Un ejercicio más, la gran promesa latinoamericana se quedará en eso, tal y como escribía recientemente en Negocios el economista Kenneth Rogoff en referencia a la creciente ola de gobiernos populistas.
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