La economía de Brasil se contrajo 3,6 por ciento el año pasado, conforme la alta inflación, un déficit presupuestario desbocado y la agitación política condujeron el país hacia la peor recesión de su historia.
FUENTE: LOS TIEMPOS

La contracción, que se sintió en casi todos los sectores económicos desde la industria hasta los servicios, fue ligeramente peor que las estimaciones de los economistas y sólo marginalmente mejor que en 2015, cuando el PIB se contrajo 3,8 por ciento. El PIB en los tres últimos meses del año disminuyó 0,9 por ciento, en comparación con la versión revisada de 0,7 por ciento registrada en el trimestre previo y peor que la contracción de 0,5 por ciento prevista por una encuesta de economistas realizada por Bloomberg.

"Éste fue el octavo resultado trimestral consecutivo negativo", confirmó la agencia nacional de estadísticas. Pero los analistas dijeron que hay indicios de que lo que algunos llaman la "depresión" brasileña finalmente estaba tocando fondo, pues los indicadores económicos como la producción automotriz, las exportaciones de petróleo y la agricultura han mejorado en los dos primeros meses de 2017. Las cifras resaltan el desafío que enfrenta el Gobierno de Michel Temer, el presidente pro negocios, quien tomó el poder el año pasado, tras la destitución de su predecesora, Dilma Rousseff. Bajo la gestión de Rousseff, la economía brasileña se derrumbó tras el final del superciclo de los productos básicos en 2011 en una mezcla tóxica de recesión, inflación galopante, altas tasas de interés y crecientes déficits presupuestarios.

Desde que asumió el poder, Temer ha estabilizado los mercados financieros mediante la aprobación de una reforma limitando los aumentos reales en los gastos del presupuesto a cero y presionando para cambiar el sistema de pensiones del país, el cual muchos consideran financieramente insostenible. Mientras tanto, el banco central ha logrado que la inflación alcance la meta oficial deseada del 4,5 por ciento, más o menos 1,5 puntos porcentuales. El banco también ha empezado a recortar las tasas de interés.

Las tasas reales brasileñas, que tienen en cuenta la inflación, están consideradas entre las más altas de cualquier gran economía en el mundo, en torno al 7 por ciento anual. Varios economistas expresaron optimismo de que la recesión está llegando a su fin. Capital Economics dijo que espera que el cuarto trimestre del año pasado sea el último en el que la economía se contrajo. "De hecho, no sólo esperamos que la economía vuelva a crecer este año, sino que nuestras previsiones para 2017 y 2018 son superiores al consenso", dijo, pronosticando un crecimiento de 1 por ciento este año y 2,5 por ciento el próximo. Una buena noticia en los datos del martes de la semana pasada es que el sector agrícola creció 1 por ciento en el cuarto trimestre, pero fue más negativa una continua disminución de la inversión.

El Gobierno de Temer está tratando de diseñar una recuperación económica en tiempo para recuperar la confianza de los votantes antes de las elecciones del próximo año. Aunque Rousseff fue destituida por manipular el presupuesto, Temer y sus aliados en el congreso están bajo escrutinio por acusaciones de haber aceptado fondos de ejecutivos corruptos de la industria de la construcción para las campañas electorales. El tribunal electoral, que está examinando las denuncias, tiene el poder de anular el mandato de Temer si lo encuentra culpable, a pesar de que él podría evitar renunciar antes de la próxima elección impugnando el proceso en los tribunales superiores. Hasta ahora ha negado las acusaciones.