La inversión global en energía ascendió a 1,6 billones de euros durante 2015, un 8% menos que durante 2014. Los dos tercios de esa reducción respondieron a las rápidas bajadas de costes que experimenta la industria y el tercio restante a una menor actividad.
TNS LATAM
  
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó ayer el primer informe que elabora sobre la inversión global en energía, en el que destaca el fuerte descenso que está experimentando en la industria petrolera, el segmento más importante de todos, con el 46% del total. En 2015, la bajada fue del 25% en relación a 2014, quedándose en unos 520.000 millones, y para este año el organismo estima otra minoración del 24%.
 
Los dos tercios de ese desplome -270.000 millones entre 2014 y 2016- corresponden a los menores costes de la industria, que llegan hasta el 30% en el caso del petróleo y el gas no convencionales (shale en inglés), mientras que el tercio restante responde a una menor actividad por el bajo precio del crudo. Unos niveles de inversión tan bajos, alerta la AIE, pueden ser insuficientes para mantener la producción en varios momentos del futuro.
 
La reducción de la inversión en petróleo y gas -llega al 52% en el caso del shale, sin que, en contra de lo vaticinado, haya habido muchas quiebras- hizo que las cuotas de las renovables, las redes y la eficiencia crecieran en el reparto porcentual.
 
Ahora bien, aumentó el gasto en petróleo y gas allí donde más barato resulta extraer hidrocarburos, como Rusia y Oriente Próximo, porque es su bombeo el que está cubriendo mayoritariamente la demanda global. La empresas públicas que operan allí (NOC en la jerga sectorial) fueron responsables del 44% de la inversión total, una proporción que nunca habían alcanzado antes.
 
Récord de la electricidad También batió su récord la electricidad, con 614.000 millones, impulsada por los mayores desembolsos en renovables y en redes. La inversión en energías limpias está relativamente estabilizada desde 2011, en unos 260.000 millones anuales, pero la potencia instalada cada año se ha incrementado un 33%, gracias a la reducción de costes; el organismo destaca que en 2015 la eólica creció un 35% por el desarrollo de parques marinos.
 
El gasto de capital en redes subió un 14%, impulsado por el aumento de demanda, la necesidad de renovar infraestructuras avejentadas y la incorporación de las renovables y los nuevos modelos de negocio de generación distribuida. Esto último se aprecia con claridad en las baterías y el almacenamiento: aunque con 9.000 millones sólo sumaron el 0,4% de la inversión en redes, la cantidad se ha multiplicado por 10 en los últimos cinco años.
 
Y en relación a la eficiencia energética, ésta se incrementó un 6% -suben con ímpetu los vehículos eléctricos-, a pesar de la caída generalizada de los precios energéticos, empujada por las regulaciones.
 
La AIE llama la atención sobre el aumento del consumo de carbón en Asia -donde la infraestructura de aprovisionamiento es casi seis veces más barata que la de gas- y alerta de que puede impedir alcanzar unos objetivos climáticos que, por otro lado, exigen que se invierta mucho más.