EDITORIAL
Durante los últimos 10 años, casi todos los países de América Latina, disfrutaron de, tal vez, la bonanza económica más larga de nuestra historia reciente. La misma estuvo basada en ingresos por producción y exportaciones de materias primas. Esta bonanza no se dio solo por los elevados precios de los hidrocarburos, sino también por elevados precios de muchas otras materias primas como minería y otros productos agrícolas.
A medida que los precios trepaban, los recursos económicos comenzaron a llegar con fuerza a varios países exportadores de la región y se invertían los mismos en grandes obras de infraestructura (carreteras, puentes, aeropuertos, centrales eléctricas, etc.), las monedas locales se fortalecían, se instituían todo tipo de bonos y se revertían flujos migratorios.
Durante el boom, los gobiernos aprovecharon muy bien esa situación. Varios países buscaron aumentar la renta que entraba, se incrementaron las rentas fiscales y se hicieron varias expropiaciones y confiscaciones y el crecimiento de empresas estatales (NOC’s).
Hace dos años, los precios han comenzado a ir en sentido contrario, a la fecha los mismos se mantienen menguados y esto afecta de similar manera a nuestros países. Uno de los elementos claros que se puede concluir es que nuestros países aún son altamente dependientes de los vaivenes de los precios internacionales de sus materias primas.
Esto plantea el desafío de la diversificación de los ingresos, de la multiplicación de la economía productiva más allá de los sectores extractivos y de generar medidas que permitan seguir invirtiendo en el sector energético aun en tiempos de precios bajos.
De México a Argentina han ocurrido grandes cambios en la última década impulsados por el precio, la tendencia declinante que ocurre hace dos años está provocando decisiones en otra dirección que también recorrerán la región.
En este escenario Bolivia supo manejar bien su macroeconomía con medidas que permitieron mantener el crecimiento.
Opinión de la presidenta de la CBHE, Claudia Cronenbold, publicada en la edición Nº 102 de la Revista Petróleo & Gas.