Tras la sesión del lunes, la presidenta no dudó en acusar al vicepresidente de ser “uno de los jefes de la conspiración”.
ELPAIS.COM

El futuro político de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, es cada vez más sombrío. Tras una larga sesión que comenzó el lunes a mediodía y terminó casi a las nueve de la noche de ese día, pródiga en nervios, gritos y abucheos, la comisión parlamentaria especial del Congreso aprobó la apertura del proceso de destitución parlamentaria (impeachment) de Rousseff por 38 votos a 27. Supone un significativo paso hacia el fin del mandato de la dirigente, quien acusó el martes explícitamente a su vicepresidente, Michel Temer, de ser “uno de los jefes de la conspiración” que, en su opinión, se gesta contra ella.

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