Fuente: El Cronista
Ed Crooks La semana pasada, alrededor de 600 personas se dieron cita en el predio de Machinery Auctioneers en las afueras de San Antonio, Texas, para juntar algunos de los restos de la crisis del petróleo. Camiones, trailers, excavadoras y otras máquinas que se utilizaban en la formación de shale Eagle Ford se vendieron a precios sumamente bajos. Un “busca gangas” con suerte consiguió un camión plataforma para mover torres de perforación -que nuevo cuesta unos u$s 400. 000- por solo u$s 65. 000. Desde que comenzó la caída en picada de los precios del petróleo a mediados de 2014, las actividades en Eagle Ford, uno de los epicentros de la revolución shale, cayeron marcadamente. La cantidad de torres de perforación de petróleo se redujo de un pico de 214 a 37, y las empresas, desde pequeños proveedores de servicios hasta firmas de capital de riesgo, están tratando de deshacerse de equipos no utilizados. Terry Dickerson, el fundador de Machinery Auctioneers, sostiene que el año pasado las ventas se duplicaron, en parte gracias a la caída de los precios del petróleo. Los vendedores a veces se sienten decepcionados ante los precios bajos de los productos derivados del petróleo, pero deben aceptar la realidad, afirma. “Me siento como el director de una funeraria”, revela. “Yo soy quien tiene que darles las malas noticias”. La venta forzosa de Texas no es más que una pequeña parte de la destrucción mundial del valor provocada por la caída del petróleo. Desde Calgary hasta Queensland, las empresas de gas y petróleo se pelean por vender activos, en general aprecios considerablemente reducidos, para poder pagar las deudas en las que incurrieron para comprarlos.
Impacto en el mercado El sentido común sostiene que los precios del petróleo bajos, en general, son buenos para los mercados de valores y la economía, dado que el combustible más barato incrementa las ganancias y los consumidores tienen más efectivo para gastar. Pero esta caída fue distinta, con precios de petróleo y mercados de valores que, en general, se mueven al mismo tiempo. Algunos sostienen que esta situación es el reflejo de preocupación por los efectos desestabilizadores de la montaña de deuda de la industria.
De 2006 a 2014, las deudas de la industria mundial del gas y el petróleo prácticamente se triplicaron, de unos u$s 1100 billones a u$s 3000 billones, según el Banco de Pagos Internacionales. A las empresas más pequeñas y medianas que encabezaron el auge del shale en los Estados Unidos y los grandes grupos controlados por el Estado en mercados emergentes les entusiasmaba especialmente la idea de contraer aún más deudas. Fue una burbuja clásica, dice Philip Verleger, economista especializado en energía. “Fue una inversión irracional: a la espera de que los precios aumenten constantemente. Las empresas que se endeudaron en gran medida cuando los precios estaban altos la van a pasar muy mal”. Deudores y acreedores por igual se sintieron seguros ante el consenso de que el mundo había ingresado en una era de precios de petróleo en alza constante. En junio de 2014, un barril de petróleo crudo Brent con entrega en 2020 era de u$s 98. Y las políticas monetarias implementadas por los bancos centrales después de la crisis empujaron a los inversores hacia activos más riesgosos, incluyendo títulos de renta fija y variable de empresas de gas y petróleo. “Pasaron dos cosas: teníamos precios de petróleo altos y los bancos centrales tenían tasas de interés y políticas de expansión monetaria”, afirma Spencer Dale, economista en jefe de BP, quien anteriormente ocupó ese mismo cargo en el Bank of England.
“Esa fue una mezcla potente”. De 2004 a 2013, el gasto de capital anual de 18 de las empresas petroleras más importantes del mundo prácticamente se cuadruplicó, de u$s 90. 000 a 356. 000 millones, según datos de Bloomberg data. Las hipótesis solían justificar que el endeudamiento era impulsado por un ejemplo clásico de innovación tecnológica disruptiva: los adelantos en materia de fracturación hidráulica y perforación horizontal que hicieron posible producir gas y petróleo en formaciones de shale de las que previamente no podía extraerse nada. El éxito de estas técnicas agregaron 4 millones de barriles diarios a la producción de petróleo crudo en los Estados Unidos entre 2010 y 2015, lo cual generó un exceso en los mercados mundiales que hizo que los precios bajasen 65% desde el verano de 2014. Las expectativas de precios altos sostenidos se esfumaron: el precio del barril de crudo para entrega en 2020 alcanzó los u$s 52.
El precio del petróleo volvió a los niveles de 2004, pero la mayor parte de la deuda que se contrajo en los años de apogeo sigue pendiente. En los últimos meses, parecía que la crisis entraría en remisión. El precio del Brent trepó de un piso inferior a u$s 28 el barril en enero a alrededor de u$s 41 el pasado lunes. Sin embargo, en el mercado petrolero mundial sigue habiendo un gran exceso de oferta, y muchos piensan que los precios se mantendrán debajo de sus picos previos por muchos años. Aun cuando los precios del petróleo se mantengan en sus niveles actuales, la presión sobre los prestatarios será intensa. Standard & Poor s, la agencia calificadora de riesgos, evalúa a las empresas petroleras sobre la base de una hipótesis de un precio de crudo promedio de u$s 40 este año. Conforme a dicha base, 40% de la producción y las empresas de servicios petroleros de Estados Unidos tienen calificación B- o inferior. “B- menos es una calificación muy pobre”, sostiene Thomas Watters de S&P. “Es un sustento débil. ”
De 2006 a 2014, las deudas de la industria mundial del gas y el petróleo prácticamente se triplicaron, de unos u$s 1100 billones a u$s 3000 billones, según el Banco de Pagos Internacionales. A las empresas más pequeñas y medianas que encabezaron el auge del shale en los Estados Unidos y los grandes grupos controlados por el Estado en mercados emergentes les entusiasmaba especialmente la idea de contraer aún más deudas. Fue una burbuja clásica, dice Philip Verleger, economista especializado en energía. “Fue una inversión irracional: a la espera de que los precios aumenten constantemente. Las empresas que se endeudaron en gran medida cuando los precios estaban altos la van a pasar muy mal”. Deudores y acreedores por igual se sintieron seguros ante el consenso de que el mundo había ingresado en una era de precios de petróleo en alza constante. En junio de 2014, un barril de petróleo crudo Brent con entrega en 2020 era de u$s 98. Y las políticas monetarias implementadas por los bancos centrales después de la crisis empujaron a los inversores hacia activos más riesgosos, incluyendo títulos de renta fija y variable de empresas de gas y petróleo. “Pasaron dos cosas: teníamos precios de petróleo altos y los bancos centrales tenían tasas de interés y políticas de expansión monetaria”, afirma Spencer Dale, economista en jefe de BP, quien anteriormente ocupó ese mismo cargo en el Bank of England.
“Esa fue una mezcla potente”. De 2004 a 2013, el gasto de capital anual de 18 de las empresas petroleras más importantes del mundo prácticamente se cuadruplicó, de u$s 90. 000 a 356. 000 millones, según datos de Bloomberg data. Las hipótesis solían justificar que el endeudamiento era impulsado por un ejemplo clásico de innovación tecnológica disruptiva: los adelantos en materia de fracturación hidráulica y perforación horizontal que hicieron posible producir gas y petróleo en formaciones de shale de las que previamente no podía extraerse nada. El éxito de estas técnicas agregaron 4 millones de barriles diarios a la producción de petróleo crudo en los Estados Unidos entre 2010 y 2015, lo cual generó un exceso en los mercados mundiales que hizo que los precios bajasen 65% desde el verano de 2014. Las expectativas de precios altos sostenidos se esfumaron: el precio del barril de crudo para entrega en 2020 alcanzó los u$s 52.
El precio del petróleo volvió a los niveles de 2004, pero la mayor parte de la deuda que se contrajo en los años de apogeo sigue pendiente. En los últimos meses, parecía que la crisis entraría en remisión. El precio del Brent trepó de un piso inferior a u$s 28 el barril en enero a alrededor de u$s 41 el pasado lunes. Sin embargo, en el mercado petrolero mundial sigue habiendo un gran exceso de oferta, y muchos piensan que los precios se mantendrán debajo de sus picos previos por muchos años. Aun cuando los precios del petróleo se mantengan en sus niveles actuales, la presión sobre los prestatarios será intensa. Standard & Poor s, la agencia calificadora de riesgos, evalúa a las empresas petroleras sobre la base de una hipótesis de un precio de crudo promedio de u$s 40 este año. Conforme a dicha base, 40% de la producción y las empresas de servicios petroleros de Estados Unidos tienen calificación B- o inferior. “B- menos es una calificación muy pobre”, sostiene Thomas Watters de S&P. “Es un sustento débil. ”
Ganancias reducidas Algunas de las empresas más pequeñas de producción de gas y petroleo de Estados Unidos que lideraron la revolución del shale quebraron; 52 presentaron la quiebra desde el comienzo del año pasado, según Haynes and Boone, un estudio jurídico. Linn Energy, una de las 20 productoras de gas y petróleo más grandes de Estados Unidos, la semana pasada advirtió que podría incumplir sus compromisos de deuda. Tiene dudas netas de u$s 3600millones, pero su capacidad de endeudamiento es de solo u$s 1 millón. A muchos productores estadounidenses los bancos les están redeterminando sus límites de endeudamiento, que se basan en el valor de sus reservas. El valor en picada de dichas reservas implica que se recortarán los instrumentos de crédito, con lo cual algunas empresas se quedarán sin liquidez suficiente para mantenerse a flote. Cuando las empresas de gas y petróleo quiebran, en general, las ganancias de los acreedores son reducidas.
Quicksilver Resources, una empresa de producción de gas de Texas, presentó la quiebra el año pasado con una deuda aproximada de u$s 2400 millones. Este año anunció ventas de sus activos en Estados Unidos por apenas u$s 245 millones, y algunos de sus activos canadienses por u$s 79 millones. Sus acreedores se preparan para afrontar pérdidas de alrededor de u$s 2000 millones. Las potenciales pérdidas en algunas grandes empresas petroleras controladas por el Estado en economías emergentes, incluyendo la venezolana PDVSA y la brasileña Petrobras, serían aún mayores, según la calificadora Moody s. Ambas empresas tienen grandes vencimientos de deuda que se avecinan en 2016-2017: u$s 12. 600 millones para PDVSA y u$s 23. 000millones para Petrobras. En Estados Unidos y Europa, los bancos se han apresurado a asegurar a los accionistas que, aunque sus pérdidas sean cada vez mayores, son totalmente manejables. Los bancos franceses representan cuatro de los 10 bancos con mayor exposición. Crédit Agricole, cuya exposición crediticia a la energía, de u$s 29. 800 millones, es la segunda más alta de Europa, informó a los inversores que el 84% de la cartera era “investment grade”. Las declaraciones sirvieron, en gran medida, para aliviar los temores sobre la deuda de energía. Sin embargo, el ritmo al que las provisiones para préstamos aumentan viene inquietando a algunos.
JPMorgan Chase anunció a los inversores a mediados de febrero que apartará otros u$s 500 a fin de aumentar sus reservas en el primer trimestre para cubrir posibles préstamos incobrables del sector energético, pocas semanas después de haber anunciado que se precisarían alrededor de u$s 750 millones para todo el año. Comerica, la institución financiera con sede en Dallas, reveló en una presentación reglamentaria el mes pasado que u$s 75 a 125 millones de gastos adicionales relacionados con la energía serían reconocidos “principalmente” en el primer trimestre. . . un desvío de su anterior anuncio de que el golpe sería absorbido “especialmente” en la primera mitad del año. “Es alarmante que las cosas se estén dando de este modo”, sostiene Julie Solar, analista de Fitch Ratings.
“El ritmo de deterioro es más rápido de lo que se había dado a conocer. ” El dolor fue más agudo para los tenedores de bonos, dado que las mayores pérdidas golpearon a los gestores de carteras que se abastecieron de deuda “basura” de alto rendimiento de compañías de petróleo y gas. En febrero, los fondos de bonos elevaron los niveles de efectivo a su nivel más alto desde el año 2001, para prepararse para la retirada de inversores. Según cálculos del FT, a partir de que los precios del crudo comenzaron a caer en el verano de 2014, los inversores en empresas de petróleo y gas perdieron más de u$s 150. 000 millones en el valor de sus bonos, y más de u$s 2 billones en el valor de sus acciones. La caída de los precios del petróleo afectó a otros mercados dado que el apetito de riesgo disminuye, afirma Hyun Song Shin, economista en jefe del BIS. “Cuando el ciclo de crédito cambia, se produce una combinación de mayor volatilidad y condiciones crediticias más estrictas”, declara. “No son las pérdidas en sí, sino la posibilidad de que ocurran, y que las instituciones financieras reduzcan su exposición de manera preventiva.
”La deuda aumenta el riesgo de inestabilidad amplificando el efecto de la recesión. Cuando los precios son bajos, los productores deben recortar la producción en lugar de vender sus reservas a un precio demasiado bajo, y eso debería estabilizar los mercados. Pero cuando los productores tienen deudas por pagar, no pueden darse ese lujo: precisan dinero en efectivo para cubrir los intereses y reembolsos. De hecho, algunos productores aumentan la producción cuando los precios bajan.
Quicksilver Resources, una empresa de producción de gas de Texas, presentó la quiebra el año pasado con una deuda aproximada de u$s 2400 millones. Este año anunció ventas de sus activos en Estados Unidos por apenas u$s 245 millones, y algunos de sus activos canadienses por u$s 79 millones. Sus acreedores se preparan para afrontar pérdidas de alrededor de u$s 2000 millones. Las potenciales pérdidas en algunas grandes empresas petroleras controladas por el Estado en economías emergentes, incluyendo la venezolana PDVSA y la brasileña Petrobras, serían aún mayores, según la calificadora Moody s. Ambas empresas tienen grandes vencimientos de deuda que se avecinan en 2016-2017: u$s 12. 600 millones para PDVSA y u$s 23. 000millones para Petrobras. En Estados Unidos y Europa, los bancos se han apresurado a asegurar a los accionistas que, aunque sus pérdidas sean cada vez mayores, son totalmente manejables. Los bancos franceses representan cuatro de los 10 bancos con mayor exposición. Crédit Agricole, cuya exposición crediticia a la energía, de u$s 29. 800 millones, es la segunda más alta de Europa, informó a los inversores que el 84% de la cartera era “investment grade”. Las declaraciones sirvieron, en gran medida, para aliviar los temores sobre la deuda de energía. Sin embargo, el ritmo al que las provisiones para préstamos aumentan viene inquietando a algunos.
JPMorgan Chase anunció a los inversores a mediados de febrero que apartará otros u$s 500 a fin de aumentar sus reservas en el primer trimestre para cubrir posibles préstamos incobrables del sector energético, pocas semanas después de haber anunciado que se precisarían alrededor de u$s 750 millones para todo el año. Comerica, la institución financiera con sede en Dallas, reveló en una presentación reglamentaria el mes pasado que u$s 75 a 125 millones de gastos adicionales relacionados con la energía serían reconocidos “principalmente” en el primer trimestre. . . un desvío de su anterior anuncio de que el golpe sería absorbido “especialmente” en la primera mitad del año. “Es alarmante que las cosas se estén dando de este modo”, sostiene Julie Solar, analista de Fitch Ratings.
“El ritmo de deterioro es más rápido de lo que se había dado a conocer. ” El dolor fue más agudo para los tenedores de bonos, dado que las mayores pérdidas golpearon a los gestores de carteras que se abastecieron de deuda “basura” de alto rendimiento de compañías de petróleo y gas. En febrero, los fondos de bonos elevaron los niveles de efectivo a su nivel más alto desde el año 2001, para prepararse para la retirada de inversores. Según cálculos del FT, a partir de que los precios del crudo comenzaron a caer en el verano de 2014, los inversores en empresas de petróleo y gas perdieron más de u$s 150. 000 millones en el valor de sus bonos, y más de u$s 2 billones en el valor de sus acciones. La caída de los precios del petróleo afectó a otros mercados dado que el apetito de riesgo disminuye, afirma Hyun Song Shin, economista en jefe del BIS. “Cuando el ciclo de crédito cambia, se produce una combinación de mayor volatilidad y condiciones crediticias más estrictas”, declara. “No son las pérdidas en sí, sino la posibilidad de que ocurran, y que las instituciones financieras reduzcan su exposición de manera preventiva.
”La deuda aumenta el riesgo de inestabilidad amplificando el efecto de la recesión. Cuando los precios son bajos, los productores deben recortar la producción en lugar de vender sus reservas a un precio demasiado bajo, y eso debería estabilizar los mercados. Pero cuando los productores tienen deudas por pagar, no pueden darse ese lujo: precisan dinero en efectivo para cubrir los intereses y reembolsos. De hecho, algunos productores aumentan la producción cuando los precios bajan.