El proceso de destitución en su contra ha revivido.
AFONSO BENITES - ELPAIS.COM

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no tiene tiempo para recuperarse del escándalo de la semana pasada, cuando la operación anticorrupción Lava Jato salpicó al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, acusado de lucrase con una trama que desangró a la petrolera estatal Petrobras. Rousseff tiene por delante una semana de enfrentamientos en el Congreso, donde su base de apoyo es cada vez más inestable; el domingo está programada una gran protesta contra la gestión del Partido de los Trabajadores (PT), y el proceso de destitución en su contra ha revivido.

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