Los países y compañías con grado de inversión han sido arrastrados por el cambio del superciclo de los productos básicos, lo cual también ha obligado a los grupos energéticos occidentales a recortar empleos, posponer proyectos y adaptarse a un mundo donde el precio del petróleo es de 50 dólares por barril o menos.
Fuente: LOS TIEMPOS

John Paul Rathbone, Jude Webber y Andres Schipani

De oro negro a agujero negro. Para tener un claro ejemplo de cómo se está extendiendo el dolor causado por el bajo precio del petróleo, simplemente hay observar a los humillados campeones estatales de la energía de América Latina.

La caída de los precios del petróleo durante los últimos 12 meses desde México hasta Brasil ha reducido los beneficios, recortado los presupuestos y detenido el flujo hacia las arcas del gobierno de los impuestos pagados. En algunos casos, la caída está a punto de revertir ese flujo. "La disminución de los precios en un 70 por ciento es un impacto considerable.

En algunos países el petróleo aportaba del 20 al 50 por ciento de los ingresos del gobierno y representaba del 50 al 96 por ciento de las exportaciones", dijo Luisa Palacios, directora para América Latina de Medley Global Advisors, una consultoría de riesgo propiedad del Financial Times. "Estamos comenzando a cuestionar la viabilidad financiera de algunos países y algunas compañías petroleras nacionales". Venezuela, que desde hace un tiempo está coqueteando con el impago a pesar de que la semana pasada hizo un pago de bonos de 1,5 mil millones de dólares por sus 120 mil millones de dólares de deuda externa, es el ejemplo más desesperado. Pero en Brasil, Petrobras, la gran compañía petrolera más endeudada del mundo y objeto de investigación por corrupción multimillonaria, tiene costos de deuda que han alcanzado un 13 por ciento desde el 4 por ciento en que se encontraban hace unos años. Sus apuros han provocado que se hable de rescate.

Los países y compañías con grado de inversión han sido arrastrados por el cambio del superciclo de los productos básicos, lo cual también ha obligado a los grupos energéticos occidentales a recortar empleos, posponer proyectos y adaptarse a un mundo donde el precio del petróleo es de 50 dólares por barril o menos.

Pemex, el octavo mayor productor de petróleo del mundo, perdió 30 mil millones de dólares el año pasado, lo cual hizo que el Gobierno mexicano declarara que ayudaría a cubrir los 91 mil millones de dólares en obligaciones en materia de pensiones de la compañía estatal y, potencialmente, incluso recapitalizarla. El déficit de ingresos del petróleo también obligó a México a eliminar más de un punto porcentual del producto interno bruto del gasto. Por su parte, las bajas ventas de exportación contribuyeron a llevar el déficit por cuenta corriente a su nivel máximo en casi 20 años y afectaron brutalmente al peso, el cual ahora se cotiza cercano a niveles (después de ajustar la inflación) vistos por última vez durante la crisis económica de 1995.

Pemex "es una empresa ampliamente solvente", dijo esta semana José González Anaya, su director ejecutivo, mientras describía un plan de ahorro de costos por 5,5 mil millones de dólares. "Lo que tenemos que hacer es ajustarnos a la nueva realidad". Ecopetrol de Colombia (afectada por la disminución de su capitalización de mercado desde los 130 mil millones de dólares hace tres años hasta los 15 mil millones actualmente) está recortando en un tercio su fuerza laboral de 48.000 trabajadores. El peso ha perdido un 37 por ciento frente al dólar en un año y el déficit por cuenta corriente se ha disparado hasta el 6 por ciento del PIB. Bogotá le ha puesto buena cara a la recesión.

"Hemos restringido el gasto público y permitido que se deprecie el tipo de cambio", dijo Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda. Aun así, la pérdida de ingresos del petróleo que representan la mitad de las exportaciones se produce mientras Bogotá cuenta con que el fuerte mercado laboral absorba mejor a los guerrilleros desmovilizados en el marco del acuerdo de paz que espera alcanzar el 23 de marzo. Después de un proceso de gestación de cuatro años, las negociaciones tienen como objetivo ponerle fin a un conflicto de medio siglo que ha cobrado más de 200.000 vidas.

Cuando los precios del petróleo eran superiores a los 100 dólares por barril hace unos pocos años, las compañías internacionales de energía clamaban por entrar en América Latina, atraídas por los recién descubiertos yacimientos de aguas profundas de Brasil, el régimen liberal de Colombia, y las mayores reservas del mundo en Venezuela. Hoy en día, muchas compañías tienen dificultades para cobrar sus facturas de los grupos estatales cortos de dinero. En México, a los proveedores internacionales de servicios se les deben 6 mil millones de dólares; en Venezuela, 20 mil millones, y en Brasil los pedidos cancelados han obligado a los proveedores internacionales, como Keppel de Singapur, a tomar importantes disposiciones. Se espera que Ecopetrol publique su primera pérdida anual desde que comenzó a cotizar en bolsa en 2007.

Sin embargo, en ninguna parte la caída en desgracia es más dramática que en Petrobras, la cual hace cinco años lanzó la mayor oferta de acciones en la historia, recaudando 70 mil millones de dólares. El campeón estatal brasileño de la energía está abrumado por una deuda de más de 105 mil millones de dólares y tiene dificultades para cubrir sus costos de operación y sus pagos de deuda. Credit Suisse, el banco de inversiones, estima que Petrobras está perdiendo 8 mil millones de dólares de dinero en efectivo al año.

En un informe publicado el 11 de enero advirtió del "riesgo de que la compañía tenga que recurrir a algún tipo de emisión de acciones". Pero Brasilia, que encara su recesión más profunda en un siglo y un déficit fiscal de 10 por ciento del PIB en 2015, no está en condiciones de rescatar a Petrobras. El aumento de la competencia por el capital podría provocar una oleada de fusiones y adquisiciones, conforme se desvanezca inevitablemente la etapa nacionalista del superciclo de los productos básicos e intervengan los compradores extranjeros. La actividad de fusiones y adquisiciones en Brasil se elevó a finales del 2015 hasta su nivel más alto en casi 20 años.

El 26 de febrero, Petrobras dijo que había acordado un préstamo de 10 mil millones de dólares con el Banco de Desarrollo de China contra entregas futuras de petróleo. Aun así, los bajos costos de producción de alrededor de 15 dólares por barril implican que las compañías estatales latinoamericanas pueden continuar produciendo petróleo y efectivo incluso a los bajos precios actuales. Pero después de tener en cuenta los gastos no monetarios, las operaciones alcanzan el umbral de rentabilidad de aproximadamente 25 dólares por barril.

La disminución de las inversiones implica que la producción probablemente seguirá cayendo, quizás hasta en 470.000 barriles por día este año, según estima Palacios, lo cual convertiría a la región en "parte del ajuste en curso de la oferta mundial de petróleo". La producción total de América Latina es superior a los 10 millones de barriles por día, comparable a la producción total de Rusia.