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El planteamiento paraguayo en las negociaciones de Yacyretá deberían apuntar a hacer sostenible y viable económicamente al emprendimiento, sostiene el Ing. Ernesto Samaniego, técnico del sector eléctrico. Agrega que el objetivo debería ser que la tarifa resultante del arreglo sea la menor posible y que la deuda de la entidad con Argentina sea minimizada.
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El planteamiento paraguayo en las negociaciones de Yacyretá deberían apuntar a hacer sostenible y viable económicamente al emprendimiento, sostiene el Ing. Ernesto Samaniego, técnico del sector eléctrico. Agrega que el objetivo debería ser que la tarifa resultante del arreglo sea la menor posible y que la deuda de la entidad con Argentina sea minimizada.

Luego del evidente fracaso en las tratativas iniciadas por el Gobierno paraguayo en junio de 2014 con la Argentina para la revisión del Anexo C del Tratado, el Ing. Ernesto Samaniego, exgerente de Planificación de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) y docente de la Facultad de Ingeniería de la UNA, sostiene que se debería replantear la estrategia, puesto que, mientras no haya un plan que haga sostenible a largo plazo a la EBY, no se logrará ningún avance.

En su opinión, se debería determinar la metodología de la fijación de la tarifa y luego el monto de la deuda, el plazo de amortización y la forma de comercializar el producto. “Si fuere potencia hay que tener en cuenta la ‘reserva rodante’ y el consumo propio, si fuere energía, no olvidar que el precio de la energía secundaria no siempre es el mismo que la energía firme; si es que se pretende incursionar en los mercados regionales de contrato”, indicó.

Samaniego insistió en que el objetivo de las negociaciones con el país vecino debería ser que la tarifa resultante del arreglo sea la menor posible y que la deuda de la entidad con el Tesoro argentino sea minimizada a lo justo, asumiendo una decisión política. “Sin entrar a considerar si el cálculo (para determinar la tarifa) fue teniendo en cuenta la Nota Reversal de 1992 o el Anexo C, ya que el resultado prácticamente sería lo mismo, existen cálculos al respecto; y, además, que el plazo de amortización sea el mayor posible, para obtener la tarifa baja teniendo como referencia lo que ahora le cuesta a la ANDE la energía de Itaipú, es decir, debería ser entorno, o mejor, por debajo de los 20 US$/MWh”, señaló.

Agregó que para precautelar el equilibrio económico y financiero de la EBY, sería adecuado que la ecuación de fijación de la tarifa sea dinámica. “Esto quiere decir que permita la inclusión o variación de algunos parámetros del cálculo. Si se procede a la novación, como propusieron los argentinos, se debería prever la posible disminución de la producción de energía en caso de bajo caudal del río, así también, si se comercializa potencia, esta puede disminuir por avería de las máquinas, existe esa probabilidad”, indicó el técnico.

Por otra parte, el Ing. Samaniego considera que también se debe tener la posibilidad de incluir en la tarifa, el financiamiento para futuros proyectos como la maquinización del vertedero Aña Cua y los posibles compromisos por la resolución de los Asuntos Contractuales Pendientes (ACP), que podrían representar entre US$ 600 y 1.000 millones.

Asimismo, la negociación también debe tener en cuenta la garantía de pago de beneficios pasados y futuros y el acceso irrestricto, y en todo momento, a nuestro derecho energético del 50% de la producción.

“Hay que recordar que la comercialización de la producción de Yacyretá es completamente informal, es decir, no existen contratos de compraventa y por ende tampoco garantías de cobro. Debería ser un tema prioritario de negociación, por razones obvias”, concluyó Samaniego.

Se aguardan desembolsos Para esta semana se aguardan los desembolsos del Gobierno argentino en concepto de compensación por energía cedida de Yacyretá así como las remesas para el funcionamiento administrativo de la entidad en el lado paraguayo que están pendientes por los meses de noviembre y diciembre. El monto adeudado actualmente por la Argentina, por la energía, es de US$ 127 millones, de los cuales US$ 62 corresponden al consumo de 2014 y el resto, US$ 65 millones, lo que retiró el vecino país en lo que va de este año.