“Es la jugada más especulativa de mi vida”, exclamó en 1912 Henri Deterding, el presidente de la empresa petrolera anglo-holandesa Royal Dutch Shell (Shell), luego de definir la compra de la Caribbean Petroleum Company y, por ende, de sus concesiones petroleras en el Lago de Maracaibo. La “transacción más colosal” de la historia de Shell, tiempo atrás, había sido definida cuando Deterding abrió bien grande los ojos al ver la presentación de los estudios del geólogo Raph Arnold, contratado por la Caribbean Petrolum, en su despacho de La Haya en el corazón de Europa. Arnold, en pocas palabras, le había dejado en claro que las reservas de Venezuela eran una de las más grandes del mundo.
Diez años después, la jugada más especulativa de su vida le dio resultados cuando la Venezuela Oil Concessions taladró uno de los pozos abandonados por la Caribbean, comprada por Shell, en el Lago de Maracaibo y encontró que podía producir un total de 100 mil barriles diarios. “El pozo más productivo del mundo”, lo calificó The New York Times al dar la noticia de que ese el pozo más “productivo del mundo”; lo que desató una “fiebre inversionistas” que llevó en pocos años, a la competidora estadounidense de Shell, la Standard Oil de John Rockefeller, ha comprar distintas compañías petroleras venezolanas, la más importante de ellas, la Creole Corporation. Para 1933, esa apuesta especulativa del ejecutivo de Shell, basada en un estudio, convirtió a Venezuela en el mayor proveedor petrolero de Europa.
En pocos años, las concesiones volvieron a renovarse con la reforma petrolera de 1944, sancionada bajo la presidencia de Isaías Medina Angarita, un reclamo venezolano por el suministro petrolero estratégico dado a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Esta legislación hizo más equitativas las ganancias que recibían las petroleras y el Estado Venezolano a través de impuestos y “royalties”, así como el compromiso de instalar varios parques de refinación de petróleo en lugares como Amuay (Standard) y Cardon (Shell), ambos en la Península de Paraguaná al Occidente de Venezuela, zona seleccionada por su relativa cercanía a los campos del Lago de Maracaibo, según el investigador petrolero Bernard Mommer, y exasesor de Hugo Chávez.
En 2014, un informe de la Sociedad de Ingenieros Petroleros de Estados Unidos reveló que el campo Boscán de Chevron posee 35 mil millones de barriles de petróleo originales in situ. “En siete décadas solo se ha extraído un 4%, 1.400 barriles de todas las reservas existentes. Aún quedan 400 pozos por perforar”, escribieron los autores Más de cien años después, la historia del país sigue atada a los estudios sobre sus reservas y los planes “inversionistas” de Chevron, una de las principales compañías estadounidenses presentes en el país. Su principal interés en el país es un campo llamado Boscán, ubicado entre el Lago de Maracaibo y la frontera con Colombia, descubierto en 1946 por la antecesora de Chevron, Richmond Exploration, filial de la Standard Oil, hasta que un fallo judicial estadounidense obligó a la empresa a dividirse en múltiples compañías por sus prácticas monopólicas. Boscán fue administrado por la Richmond Exploration hasta la nacionalización de la industria petrolera en los años 70, que convirtió a sus gerentes en los mandamases de la división de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) a cargo de este enorme campo, una de las mayores acumulaciones de petróleo de Venezuela, según el historiador venezolano Alejandro Cáceres.
Si Diario Red puede publicar lo que casi nadie más se atreve, con una línea editorial de izquierdas y todo el rigor periodístico, es gracias al apoyo de nuestros socios y socias. La situación fue tan surrealista que, tiempo después, varios empleados de la recién creada PDVSA denunciaron que en la junta directiva solía aparecer el gerente de Chevron para dar su opinión sobre las decisiones de la compañía, según el historiador petrolero venezolano Carlos Mendoza Potellá.
La “nacionalización chucuta”, calificada así por el historiador Juan Pablo Pérez Alfonso por mantener a los gerentes petroleros en sus puestos, duró hasta que la política de estatización del petróleo, iniciada por Hugo Chávez, creó las empresas mixtas que otorgaron más del 50% de las acciones a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y el resto a los socios privados. Así Boscán, este enorme pozo petrolero, pasó a ser administrado por PetroBoscán, una asociación entre la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP), Chevron e Inesboscán, hasta que las sanciones de la primera Administración Trump aplicaron un embargo a Venezuela y bloquearon el crédito a la estatal PDVSA. Desde 2021, Petroboscán es operado por Chevron gracias a un acuerdo no especificado con el gobierno venezolano, bajo los términos de la ley Antibloqueo que penaliza cualquier revelación sobre los detalles de la nueva composición accionaria.
Efecto de las sanciones, y la crisis, en la producción venezolana de petróleo según un informe de Observatorio Antibloqueo de Venezuela. Efecto de las sanciones, y la crisis, en la producción venezolana de petróleo según un informe de Observatorio Antibloqueo de Venezuela. Ahora Chevron tiene presencia, e intereses, en dos de los principales campos petroleros de la región; Boscán y el bloque Strabroek, después de haber elegido una estrategia de priorizar su presencia en Venezuela después de la política de nacionalizaciones, aplicada por Hugo Chávez en la primera parte del siglo XXI, que provocó la salida de Conoco Phillips y Exxon Mobil.
Chevron no se quedó atrás para influir en las decisiones de la Administración Trump sobre el petróleo venezolano. Cuando la Casa Blanca anunció el final de la mayoría de los permisos petroleros para operar Venezuela, otorgados a compañías como la italiana Eni y la española Repsol, Chevron consiguió una nueva licencia, la GL 41A, para operar en el campo Boscán
Ambas compañías iniciaron acciones legales ante en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones y comenzaron, sobre todo Exxon, una política abierta de confrontación y asedio contra Caracas para derrocar a los sucesivos gobiernos, que incluyo, por ejemplo, convertir a la Guyana en un competidor petrolero de Venezuela y la promoción de la “política de máxima presión”, en la primera administración trumpista, cuando el exceo de la petrolera, Rex Tillerson, era secretario de Estado. Para el antiguo director ejecutivo de Chevron, el iraní Ali Moshiri, un factor clave para que Chevron se quedase en Venezuela fue su la visión a “largo plazo de que la compañía debería superar cualquier turbulencia para permanecer en un país que tiene una de las mayores reservas probadas de petróleo crudo del mundo”.
Las oportunidades son infinitas ya que Venezuela posee reservas de crudo ligero de 30 mil millones de barriles y de crudo pesado de 270 mil millones, “que representan las mayores del mundo”, según el experto petrolero venezolano Einstein Millan Arcia. A diferencia de la jugada especulativa, hecha hace más de cien años por el entonces CEO de Shell, Henri Deterding, la apuesta de Chevron es una segura sin riesgo de sufrir pérdidas.
Fuente: Red
