La visita de Estado del presidente Lula (PT) a Francia esta semana estuvo marcada por declaraciones que exigieron mayor ambición climática, menor proteccionismo y divergencias entre las perspectivas brasileña y francesa sobre quiénes se benefician y quiénes se perjudican con el acuerdo Mercosur-Unión Europea. En medio de las celebraciones del Día del Medio Ambiente (5/5), temas importantes para la agenda de transición energética de Brasil también se incluyeron en el viaje.
Este viernes (6/6), el Ministerio de Minas y Energía (MME) y el Ministerio de Economía, Finanzas y Soberanía Industrial y Digital de Francia firmaron una Declaración de Intenciones para la cooperación bilateral en el sector del hidrógeno bajo en carbono. Según el MME, el documento establece las bases para el intercambio de información regulatoria, la creación de sistemas de certificación confiables y la promoción de alianzas industriales y tecnológicas. Las acciones serán coordinadas por el Comité Directivo del Diálogo sobre Transición Energética y Minerales Estratégicos (DTEME), creado para coordinar a ambos países.
El gobierno brasileño considera que su matriz predominantemente renovable lo posiciona como un importante proveedor potencial de hidrógeno a precios competitivos. Mientras tanto, Europa, y por ende, Francia, necesitarán importar esta fuente energética para descarbonizar su industria. “Brasil y Francia son países que no eluden su responsabilidad con el planeta. Y, al adoptar la nueva economía verde, identifican un campo de oportunidades de negocio e inversión”, declaró el ministro Alexandre Silveira (PSD) durante un evento empresarial en París.
El ministro puso como ejemplo el proyecto del polo de hidrógeno verde en el Puerto de Pecém (CE), que ya cuenta con la presencia de empresas francesas como Voltalia, Qair, EDF y Engie, y la mayoría de los proyectos están orientados a la exportación.
Fuente: Axes