“El daño en los campos es duro e irreversible. El estrés hídrico era una amenaza silenciosa, pero el frente frío que provocó temperaturas bajo cero y heladas fue el tiro de gracia. En mi caso, un 50% de las 450 hectáreas que logré sembrar de trigo y sorgo fueron afectadas por la sequía y las heladas. Dudo que lo cosechado alcance para cubrir los costos de producción e insumos agrícolas”. Así, Óscar Ovando, relató las cicatrices que dejan ambos eventos climáticos en su chaco ubicado en la comunidad 26 de Agosto del municipio de Cuatro Cañadas (Santa Cruz).
El agricultor, al igual que varios de sus pares en la zona Este, reparan en la indecisión de las autoridades gubernamentales para autorizar el uso de biotecnología resistente a la sequía para paliar los efectos de la sequía y plagas. Advierten que la merma de granos estratégicos (sorgo y maíz) -fuente esencial en la nutrición animal-, compromete la seguridad alimentaria del ganado bovino de carne y leche, pollos y cerdos.
Fuente EL DEBER
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