Por información del Diario EL COMERCIO conocemos de la situación preocupante en que se encontraría el Oleoducto Transecuatoriano y el Poliducto Shushufindi Quito por los cuales se transporta crudo desde la Amazonía hasta Esmeraldas y combustibles hasta Quito.
La gran amenaza a estas dos obras millonarias serían los daños que estarían presentándose por la erosión del río Coca y la eventual afectación no solo a la estructura petrolera, sino también a la infraestructura eléctrica asentada en el proyecto Coca-Codo-Sinclair.

Los daños, según lo señala la publicación del 26 de mayo, se habrían detectado “desde febrero del año anterior” y recién este momento estarían concretándose los trabajos adicionales por la emergencia derivada de la erosión del río Coca y sobre los cuales “no hay la certeza de si Petroecuador terminará (o no) los trabajos a tiempo”. Ya hace más de un año, habría empezado la erosión provocando la rotura de los dos oleoductos, concretamente “en el mes de abril del año pasado”.

Mi preocupación radica en el hecho de que si “el avance de la erosión es de dos metros por día y si hay una distancia de 45 metros entre la erosión y la tubería”, se requerirían cuando menos 21 días, lo cual no sería posible garantizarlo por “el clima, el cambio de rumbo de la erosión, la velocidad del fenómeno en los últimos 10 días, según los funcionarios responsables de estos trabajos. La pregunta de los “tres mil millones de dólares”: ¿quién responde si la posible afectación a la central hidroeléctrica no se controla a tiempo? Petroecuador, la Corporación Eléctrica del Ecuador -Celec o la Cía. de Seguros, si es que las obras están aseguradas.  

Iván Escobar Cisneros

Fuente: El Comercio