La producción argentina de hidrocarburos "está en una profunda decadencia de larga data" que se remonta a 1998 y el crecimiento de los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta "está en gran medida basado en subsidios exorbitantes" que en la última década ascendieron a 129.561 millones de dólares, más del doble que el préstamo cuyo pago se está renegociando con el organismo.
La caracterización de la situación de la actividad del petróleo y el gas pertenece a Jorge Lapeña, presidente del Instituto Argentino de Energía General Mosconi (IAE) y ex secretario de Energía en la Presidencia de Raúl Alfonsín. "Estamos mucho peor que en el pasado, la producción de petróleo crudo de 2020 es un 18,3% menor que la de 2010: ¡Hemos perdido una década!", exclamó Lapeña en la presentación del último informe del IAE sobre la actividad hidrocarburífera.
En base a las estadísticas de producción, que marcan niveles similares a los de cuatro décadas atrás, Lapeña llamó a "tomar conciencia" de la "declinación histórica" que a su juicio "se inicia en 1998, año en el cual Argentina alcanzó su máximo de producción histórica y que en 2020 la producción total es apenas el 56% de la de aquel año", es decir una caída del 44% en 22 años.
Por otra parte, Lapeña advirtió sobre el sustento débil de la promoción de los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta, que se basa en "subsidios exorbitantes que fluyen desde el Tesoro Nacional y del bolsillo de los consumidores hacia las productoras". Asimismo, denunció que ese fenómeno ocurre "con el acuerdo y la complacencia de los gobiernos (nacional y provinciales)".
En ese contexto, destacó cuatro "cosas que van quedando en claro" a la luz de los resultados de producción y el peso de la factura de subsidios en el resultado fiscal:
1- El Gas natural
No convencional no es viable sin fuertes subsidios estatales.
2- Es falso como han afirmado varios gobiernos argentinos que el gas no convencional pueda ser exportado al mundo. No es posible porque no compite por sus altos costos y además tampoco existe la infraestructura de transporte, licuefacción y puertos para su exportación.
3- La variante Tigh Gas no es competitiva.
4- El gas no convencional no ha logrado todavía, a pesar de los fuertes subsidios, compensar la caída del gas convencional.
Lapeña dedicó gran parte de su análisis a los subsidios energéticos y señaló al respecto que sin ellos "el sector iría a la cesación de pagos y probablemente en algunos casos a la quiebra".
Al repasar los números que representan esas transferencias, el titular del IAE las señaló como "causante de los grandes desequilibrios macroeconómicos que Argentina hoy exhibe", al punto que en muchos de los últimos años llegaron a superar todo el déficit financiero.
O, para decirlo de otra forma, sin subsidios esos años habrían sido superavitarios desde el punto fiscal.
En ese sentido, indicó que "la tendencia histórica" muestra "un pico de subsidios en el año 2014 con un total de US$ 19.876 millones", un monto superior al déficit primario previsto para este año.
"En los últimos diez años los subsidios acumularon US$ 129.561 millones, un monto que más que duplica el préstamo otorgado por el FMI en el año 2018", de US$ 55.000 millones, comparó.
Lapeña subrayó que ese nivel de subsidios "no solo revela la decadencia sectorial que debe ser asumida sino también su insostenibilidad".
Por lo tanto, agregó, "la solución del problema técnico de la producción decadente crónica no puede ignorar la resolución prioritaria de este problema económico".
Fuente: El Litoral